Pinochet, contra todos
He releído con mucha atención el editorial del domingo 8 de diciembre pasado titulado Pinochet, contra todos. Es un análisis de la actual situación de Chile (mi patria) bastante certero, pero, sólo bastante, ya que hay un par de cosas que difieren de mi opinión personal. Me refiero, por ejemplo, al caso del general Fernando Matthei, jefe de la fuerza aérea y miembro de la Junta de Gobierno. A este general lo nombró el propio Pinochet cuando expulsó al anterior de la misma rama, general Gustavo Leigh, también de triste recuerdo, y no porque lo haya echado Pinochet no tendrá también que dar cuenta tarde o temprano de sus delitos. Pues bien, Matthei aceptó el cargo que generosamente le entregaba Pinochet, sin importarle con ello la salida de una veintena de generales de la FACH que le antecedían en el escalafón y que estaban cuadrados con su expulsado jefe Leigh. Bueno, eso es historia, pero lo importante ahora es examinar y analizar la actuación del general Matthei, que siempre se ha distinguido por "parecer que se va de boca", pero al final siempre también se retracta y renueva sus votos de lealtad al reyezuelo de poder omnímodo; pero la pareja ha conseguido dos cosas: una, ganar tiempo, y otra, conocer la reacción de la oposición y la de sus mismos partidarios. Esta última vez es igual y se trata de una repetición mecánica del patrón y su obsecuente sirviente.El quid real del asunto que mantiene unidas y "fuertemente cohesionadas a las fuerzas armadas" (frase que a ellos les gusta mucho repetir) mantiene sus bases únicamente en el poderoso imperio económico que han logrado formarse con el empobrecimiento e hipoteca del país y en lo que están todos coludidos, todos contaminados y sobre lo que, naturalmente, se resisten a dar cuentas, ya sea en un futuro a corto o largo plazo.
Por eso, el capitán general no tiene empacho en declarar ahora que el año 1989 dejó de ser una fecha límite y que él morirá en el cargo, emulando quizá a su admirado general Franco, al que los españoles soportaron durante 40 años. Claro, que "el general de ustedes" comenzó joven; en cambio, Pinochet ya celebró sus 70 años de edad.
Entonces, ¿qué posibilidad le queda a Chile y su pueblo? Creo que son dos: que el pueblo obtenga medios y se enfrente a las fuerzas armadas en igualdad de condiciones, o que sea la oficialidad joven y las tropas de las mismas fuerzas armadas las que, asqueadas por la situación, digan basta, que, por otra parte, no será la primera vez que pasa. Es lo que quería decirles uno de los muchos miles de chilenos en el exilio.-
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