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LA MUERTE DEL 'VIEJO PROFESOR'

Miles de madrileños expresaron anoche en la calle su dolor por la muerte de Enrique Tierno

"El mejor alcalde de Madrid, el mejor alcalde de España, el viejo profesor, el maestro de tantos y tantos, descansa ya en paz". Con estas palabras, Juan Barranco, primer teniente de alcalde, confirmaba oficialmente a las 23.20 de ayer la muerte de Enrique Tierno, de 67 años. Tierno, que falleció dos minutos antes de las once de la noche, según la información oficial, había pedido a los médicos que no prolongaran su vida artiricialmente. El alcalde sufría un cáncer de colon que se había extendido al hígado y acabó por paralizar las funciones de este órgano. Había entrado en coma el sábado por la tarde. Desde las siete de la tarde de ayer entró en fase terminal y sufrió fuertes dificultades respiratorias. Al conocerse el desenlace, miles de madrileños, que aguardaban noticias frente a la clínica Ruber y la Casa de la Villa desde primera hora de la mañana, rompieron el silencio expectante con una ovación al viejo profesor.

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A las 23.20 de ayer, Juan Barranco, primer teniente de alcalde, con emoción contenida, confirmaba a los periodistas lo que desde una hora antes habían anunciado fuentes no oficiales. "Lo que nadie deseaba, ni nadie quería en Madrid ni en España entera, pero nos estábamos temiendo todos, acaba de suceder", dijo Barranco. "A las once de la noche se constata el fallecimiento de don Enrique Tierno por fallo cardiorrespiratorio"."A veces el destino es caprichoso y a veces es cruel, terriblemente cruel", añadió el alcalde en funciones. Barranco informó también que la capilla ardiente se instalará desde las 10 de la mañana de hoy en la Casa de la Villa. También por la mañana, la corporación municipal celebrará una sesión plenaria extraordinaria dedicada a homenajear al alcalde. Las banderas quedaron a media asta en la Casa de la Villa, mientras se aceleraban los preparativos para la instalación de la capilla ardiente en el patio de Cristales, adonde será trasladado el cadáver después de embalsamado en un quirófano de la clínica Ruber.

Larga agonía

La noticia de la muerte de Tierno cerró 30 horas de agonía que concentraron la atención de Madrid entero y del resto de España. El paciente había entrado en coma el sábado por la tarde, después de perder el conocimiento mientras veía una película en televisión. La causa inmediata fue un fallo del hígado, afectado por la metástasis cancerosa.

Las constantes vitales del viejo profesor comenzaron a debilitarse a primera hora de la tarde, según informó en conferencia de prensa a las tres Dionisio Ballesteros, médico personal del alcalde y coordinador del equipo que le atendió desde la operación quirúrgica del 8 de febrero pasado, cuando se le extirpó un fragmento del colon. En las últimas horas de la vida del paciente se mantuvo el suministro de sedantes por goteo con objeto de evitar sufrimientos al agonizante. Ballesteros explicó que en ningún caso se alargaría artificialmente la vida del paciente, porque había pedido de forma expresa que no se utilizaran "medidas extraordinarias ni unidades de cuidados intensivos ni tubos".

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El homenaje al viejo profesor, uno de los hombres con mayor autoridad moral durante la resistencia al franquismo y la transición hacia la democracia, comenzó antes de que se produjera su fallecimiento.

Mensaje del Rey

Durante toda la jornada de ayer, decenas de personalidades de todas las tendencias parlamentarias acudieron a la clínica para interesarse por la evolución del enfermo. Por la clínica desfilaron políticos, escritores, intelectuales. El vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, fue la única persona ajena al entorno íntimo de Tierno que pudo verle en su habitación durante la mañana. "En cualquier momento se puede dar un desenlace fatal", señaló Guerra al abandonar la clínica. Entre otras muchas personas, acudió al centro médico el secretario general de la Casa Real, general Sabino Fernández Campo, que portaba un mensaje personal de los Reyes de España a la familia de Enrique Tierno.

Otros visitantes de la clínica fueron el ministro de Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, y su predecesor en el cargo, Fernando Morán, recibido con aplausos por el público expectante en la calle; los ministros Abel Caballero, Narcís Serra, José Barrionuevo, José María Maravall; el defensor del pueblo, Joaquín Ruiz-Giménez; el empresario Adrián Piera, el escritor Antonio Buero Vallejo, los embajadores soviético, Yuri Dubinin, y colombiano, Ramiro Andrade; el secretario de UGT, Nicolás Redondo, y los políticos de Coalición Popular Oscar Alzaga, Miguel Herrero de Miñón y José María Álvarez del Manzano.

A las decenas de telegramas llegados se sumaron flores, cartas, escritos infantiles, escapularios de la Virgen y hasta garrafas de agua milagrosa de Lourdes y El Escorial. En la calle, en los lugares públicos, la agonía de Tierno era el tema de conversación. Gran parte

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de los madrileños vivió las últimas horas pendientes del transistor y de la última comunicación de los médicos. La casi totalidad de las emisoras de radio de Madrid y las cadenas estatales mantuvo conexiones en directo con la clínica Ruber y con el Ayuntamiento de Madrid desde la madrugada del domingo hasta entrada la noche. El homenaje popular a Tierno se reflejó en las concentraciones ante la Casa de la Villa, y la clínica Ruber, en el bloqueo casi permanente de las centralitas telefónicas donde se suponía que podía obtenerse información y en las oraciones que se dedicaron al pensador marxista y agnóstico en muchas iglesias de Madrid. Los vascos de Madrid, que celebraban la fiesta de San Sebastián en un restaurante, suspendieron la cena al conocer la muerte del viejo profesor y guardaron unos minutos de silencio, mientras los chistularis interpretaban en honor del alcalde de Madrid el Agur Jaunak (Saludo al señor).

En las horas anteriores al fallecimiento, el paciente estuvo acompañado por su esposa, Encarnación Pérez, el hijo de ambos, Enrique, el teniente de alcalde, Juan Barranco, y los concejales Manuel Ortuño y Saturnino Zapata. La esposa de Tierno abandonó la clínica por una puerta lateral poco después de las once para trasladarse a su domicilio de la calle de Ferraz. La única visita que recibió allí fue la del cardenal Ángel Suquía, arzobispo de Madrid, que al abandonar la vivienda declaró que había acudido por amistad con la familia y que había encontrado a la viuda tranquila y hecha a la idea de la desaparición de Tierno, aunque profundamente apenada.

El presidente del Gobierno, Felipe González, del que se había afirmado que acudiría a la clínica Ruber a última hora de la tarde, a su regreso de La Haya, no visitó el centro médico. Felipe González tampoco acudió por la noche al domicilio de la viuda.

Funeral laico y religioso

Todos los efectivos de Policía Municipal de Madrid, unos 4.000 agentes, serán movilizados desde hoy dentro de las medidas de seguridad que acompañarán los funerales del alcalde.

La capilla ardiente permanecerá abierta al público en el Ayuntamiento desde las 10 de la mañana de hoy hasta las tres de la tarde de mañana. A esa hora, el cadáver será trasladado por una carroza tirada por 12 caballos desde la plaza de la Villa hasta la plaza de Cibeles, acompañado de los madrileños que quieran acudir, a pie. En Cibeles, se despedirá la comitiva con unas palabras del alcalde en funciones, Juan Barranco. La comitiva seguirá en automóvil hasta el cementerio de la Almudena, donde los restos de Enrique Tierno ocuparán provisionalmente un nicho, en la capilla principal. El féretro no llevará crucifijo ni símbolos religiosos.

Los funerales se celebran hoy y mañana. La ceremonia religiosa será oficiada por el cardenal Suquía en la basílica de San Francisco el Grande, hoy, seguramente por la tarde, aunque la hora está por determinar. La despedida laica, ante familiares y compañeros del fallecido, correrá a cargo -en el cementerio de la Almudena, el martes por la tarde- de Ramón Rubial, presidente del PSOE. Está prevista la asistencia del jefe del Gobierno, Felipe González; Pierre Maurois, alcalde de Lille y ex primer ministro francés; y el alcalde de Lisboa, Nuno Cruz Abekasis.

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