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Tribuna:
Tribuna
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Las feministas tenemos nuestras razones

El movimiento feminista ha asumido, de manera rotundamente mayoritaria, la responsabilidad de los abortos realizados en Barcelona durante las Jornadas Feministas, a pesar de las críticas suscitadas tanto entre los antiabortistas como en algunos sectores feministas. Esta es la conclusión de este artículo que quiere salir al paso de quienes se escandalizaron por la realización en público y con cámaras de vídeo de dos abortos.

El hecho es sobradamente conocido. En el transcurso de las pasadas Jornadas Feministas de Barcelona, las comisiones pro derecho al aborto realizaron dos abortos. Al ser informadas de ello, las mujeres participantes en las jornadas aprobamos la acción con entusiasmo. No sólo nos solidarizamos con ello, sino que decidimos asumir colectivamente las responsabilidades legales que pudieran derivarse.Se trataba de lanzar a la opinión pública una voz urgente de alarma, y fueron muchas las personas que la atendieron positivamente. Hoy es el día en que la lista de adhesiones, tanto individuales como colectivas, sigue incrementándose, dando cuenta de la solidaridad activa de muy amplios sectores sociales.

Pero la decisión de Barcelona ha suscitado también críticas y repulsas varias. No sólo de quienes, por estar radicalmente en contra de la interrupción voluntaria del embarazo, resultaba inevitable que se opusieran, sino también de algunas personas y ciertos medios de comunicación que, sin rechazar en principio el derecho al aborto, han entendido que los abortos realizados en Barcelona eran inadmisibles por unas u otras razones.

La ética y la estética

Este último género de críticas se ha caracterizado por coincidir con la presentación pública de argumentos equivalentes. Se nos acusa de "irresponsables" por haber practicado los abortos fuera de un centro hospitalario y por nuestros propios medios. El hecho mismo de la publicidad dada a los dos abortos sería muestra de nuestra frivolidad. la interrupción del embarazo -se nos dice- debe realizarse en el anonimato. Toda nuestra actuación demostraría que somos gente extremista, alejada de una profunda y ya madura conciencia feminista". No ha faltado incluso quien ha echado mano del más definitivo de los anatemas: lo nuestro sería sencillamente terrorismo. Se nos reprocha también el "mal gusto" de haber exhibido en botellas de plástico los dos embriones procedentes de la intervención.

Vayamos por partes. Comencemos por referirnos al argumento victoriano. ¿Fue "de mal gusto" lo nuestro? Reconozcamos que el reproche nos sorprende. He aquí que la mayor parte de los medios de comunicación y los poderes públicos tienden un espeso manto de silencio sobre los sufrimientos que año tras año padecen cientos de miles de mujeres abocadas a abortar en las más penosas condiciones. Ni una palabra ni un mal gesto. Así las cosas, no prestamos la debida atención a los aspectos formales del recipiente. Admitimos nuestro error: a fuerza de preocuparnos por la ética, menospreciamos la estética. Dicho lo cual, proponemos una franca discusión sobre la hipocresía y la doble moral en nuestra sociedad patriarcal. Puede resultar de alguna utilidad. Tal vez después de ella cobren su verdadera dimensión los reproches sobre las botellas de plástico.

Siguiente argumento: el lugar adecuado para realizar una interrupción de embarazo es un centro hospitalario; es una irresponsabilidad hacerlo en un sitio como el elegido por nosotras.

Hacen al caso aquí dos precisiones. Conviene que se sepa, en primer término, que el lugar escogido para las intervenciones -de ello pueden dar testimonio las y los periodistas que lo vieron- era de una pulcritud extrema. El instrumental era el adecuado y reunía las condiciones de asepsia necesarias. Debe saberse también que un aborto, cuando se realiza en las primeras semanas del embarazo y por personal debidamente preparado, ofrece unos niveles de riesgo mínimos, no superiores a los que entraña, por ejemplo, la extracción de una regla. Tampoco es más doloroso que ésta. Hoy día, las técnicas correspondientes están muy desarrolladas y son de aplicación sencilla.

Dicho lo cual, ¡qué duda cabe de que sena preferible que los abortos se realizaran en los centros sanitarios! ¿No es ése, precisamente, el objetivo que perseguimos con nuestra campaña por el derecho al aborto libre, gratuito y a decisión de las mujeres? Se trata de acabar de una vez por todas con las cocinas que se transforman en quirófanos de ocasión, con los perejiles y las agujas de hacer punto haciendo las veces de instrumental médico y con los obligados viajes al extranjero para abortar. Mientras ése sea el único horizonte que muchas mujeres tienen ante sí, seguiremos denunciando, en la medida de nuestras fuerzas y con todos los medios a nuestro alcance, la hipocresía de los poderes que han condenado a la ilegalidad a 97 de cada 100 mujeres que deciden abortar.

Día a día, desde hace años, las organizaciones feministas recibimos a decenas de mujeres que desean informarse sobre sexualidad o que quieren poner término a un embarazo no deseado. Llevamos ya una década realizando una labor que correspondería a la red sanitaria del Estado, a las escuelas, a los medios de comunicación. Hoy son ya miles las mujeres que han aprendido más sobre su cuerpo, sobre su sexualidad, sobre la posibilidad de obtener placer sin arriesgarse a un embarazo que no quieren, gracias a que han entrado en relación con el movimiento feminista. En estas condiciones, ¿quién merece la acusación de irresponsabilidad?.

Profundidad y madurez

Se nos dice: la interrupción del embarazo debe realizarse en el anonimato. Nosotros reclamamos, en efecto, el derecho de la mujer que aborta a que no se dé publicidad al hecho. Pero una cosa es ésa y otra, muy diferente, que se le imponga a ella misma la exigencia del secreto. Partimos del convencimiento de que ninguna mujer saca a la plaza pública su vida privada por placer. Ocurre, sin embargo, que algunas, considerando que ello puede contribuir a la formación de una conciencia social más justa para las mujeres, aceptan ese sacrificio de su intimidad. Voluntariamente. Conscientemente. Lo decimos con franqueza y sin bravuconadas: no ya ese sacrificio, sino cuantos otros hagan falta, serán asumidos por nosotras, feministas, hasta conseguir que la actuación de los poderes públicos haga innecesarios los abortos clandestinos. Cuéntese con ello.

Se nos reprocha también nuestra presunta inmadurez, que contrasta, al parecer, con lo que sería una profunda y ya madura conciencia feminista".

Hagamos historia. En diciembre de 1981, en Madrid, convocadas por la Coordinadora de Organizaciones Feministas del Estado Español, las feministas celebramos las Jornadas sobre el Derecho al Aborto. En ellas debatimos sobre la posibilidad de una campaña unificada en defensa del derecho al aborto libre, gratuito y a decisión de las mujeres. Hablamos de sexualidad; del derecho a decidir sobre la maternidad; de cómo llevar adelante la información a las mujeres sobre sexualidad y anticoncepción; de la posibilidad de hacer abortos bajo nuestra responsabilidad, no para sustituir a la sanidad pública, sino como forma de denuncia de la irresponsabilidad del Gobierno; de cómo movilizar a la opinión pública; de la necesidad de buscar la solidaridad de las organizaciones dispuestas a apoyarnos en nuestra lucha... Habían pasado casi cuatro años de reflexión y de lucha cuando nos reunimos en Barcelona, hace unas semanas, 4.000 mujeres. Allí hicimos balance de los 10 años que tiene nuestro movimiento y de los mil y un aspectos que presenta nuestro esfuerzo. Volvimos a debatir sobre el derecho al aborto. Constatamos que con el Gobierno del PSOE sigue negándosele a la mayoría de las mujeres.

Son jalones fundamentales de la historia del movimiento feminista existente dentro del territorio del Estado español. De su proceso de maduración. Y es ese movimiento el que, de manera rotundamente mayoritaria, ha asumido la responsabilidad de lo hecho en Barcelona. Sabiendo lo que hace y por qué lo hace. El caudal de simpatías suscitado en múltiples y muy variados sectores de la opinión pública, las muestras de solidaridad que miles de mujeres nos han hecho llegar a las organizaciones feministas demuestran que hemos expresado algo más que un sentimiento de pequeñas minorías. Es dentro del movimiento feminista activo, en sus controversias y sus acuerdos, donde se genera la conciencia feminista profunda y madura, No fuera. Y menos en contra.

También firman este artículo

además de 50 firmas más de mujeres de diferentes grupos feministas de Madrid.

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