La dimisión de Rigol
Quien conozca a Joan Rigol, ex conseller de Cultura de la Generalitat de Cataluña, no encontrará exagerado el calificativo de lamentable al hecho de su dimisión. Dimisión inesperada para la gente de la calle, temida por determinada clase política del principado, pero también esperada por algunos personajes políticos de estas latitudes.Joan Rigol, desde el primer momento de ostentar la Consejería de Cultura, consejería compleja de por sí, dio muestras de su talante, nada sectario ni intransigente. La cultura para él no es patrimonio de nadie, más bien de todos.
Formó el Consell Consultiu (Consejo Consultivo), de la Consejería de Cultura. Este Consejo estaba formado por personalidades de muy distinta ideología. Su misión: formar las bases, sobre las que se asentaría la nueva programación de. la cultura catalana. Era y es necesario que la cultura forme parte de la vida cotidiana del ciudadano. Esto sólo se podía. hacer mediante el consejo, la visión de personas ajenas al poder en Catalunya, intelectuales ilustres y hombres de letras y de las ciencias, desde su óptica, muy a menudo distinta de la imperante en el Gobierno del principado. Esto era demasiado gordo para alguien. Rigol se entrevistaba con políticos alejados del nacionalismo catalán. ¡Oh, cielos!
La gran obra de este Consejo Consultivo de Cultura fue el. llamado pacte cultural. El día de la firma, en el Palau de la Generalitat, estaban presentes, dando así su aprobación, legítimos representantes de la clase política de Catalunya, desde la derecha aliancista a los comunistas del PSUC. Todos estaban de acuerdo en su contenido, y en la necesidad de su puesta en funcionamiento. Empezábamos a andar. Pero algo extraordinariamente grave ocurrió aquella tarde. Josep Gomis, presidente de la Diputación de Tarragona y militante de Convergència Democrática de Catalunya, no estaba presente, mostrando así su disconformidad.
Personalmente, esperaba que el presidente de la Generalitat y secretario general de Convergència Democrática de Catalunya llamara a colación al señor Gomis. No fue así. Me imagino al conseller Rigol recibiendo esta noticia, y esta falta de iniciativa del presidente hacia un señor que con su actitud rebajaba a mínimos el buen hacer del conseller. El presidente esta vez se olvidé que, como secretario general de un partido, puede y debe hacer cumplir, por aquello que llamamos disciplina de partido, lo que cree necesario para el buen funcionamiento de las instituciones. Repito, quien se negó a firmar el pacte de cultura es un militante de CDC, el mismo partido que gobierna en Catalunya. Este señor es bastante conocido por estas latitudes por su pasado ligeramente franquista. El 20-N de 1975 corrió al palacio Real -para velar al caudillo. De esto solamente hace 10 años.
Naturalmente, Joan Rigol, ante estos hechos, adelantó su marcha del Gobierno de Catalunya, y dimitió.
A la! pocas horas de la toma de posesión del nuevo conseller de Cultura, señor Ferrer, tuvo que ser él mismo quien se trasladara a Tarragona, con el fin de intentar convencer a Gomis de las bondades del pacte. Lo logró negociando nuevos puntos, aproximadamente nueve, y la firme decisión de dar sus bendiciones al acuerdo en enero de 1986.
En resumen, un triste espectáculo de opereta. Resulta que nos están saliendo reinos de taifas que desde la ciudad de Tarragona quieren mandar más que eI presidente de Catalunya, que además es el secretario general del partido del señor Gomis.
Y aquí nadie dice nada. Repito, triste espectáculo. Y así vamos... -
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