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Francia, hacia la 'Gironda' de las artes plásticas

La promoción del arte contemporáneo favorece a los 'bebés artistas'

Las nuevas medidas descentrali zadoras adoptadas en Francia reciben algunas críticas por considerarlas demagógicas, en "un país tan centralizado y centralista que, además, es chauvinista y está convencido de que todo cuanto hace es perfecto". Especialmente, las críticas proceden de las mismas regiones, estructura inventada y organizada en París rompiendo, en ocasiones, las fronteras naturales e históricas: "En realidad nos dan simplemente una ración de maíz más generosa que la anterior, como si fuésemos gallinas", comenta irónicamente un girondino. Pero la ración es, efectivamente, mucho más generosa y les permite, paulatinamente, acceder a los círculos de producción y debate cultural hasta el momento restringidos al núcleo parisino. El progresivo aumento del presupuesto ministerial "hasta el deseable 1% con respecto a los presupuestos del Estado", según ex presión de los socialistas a su llegada al Gobierno, es casi un hecho en las partidas previstas para 1986. El salto en cuatro años (0,45 % de 1982, al 0,96 %) es considerable si las cifras relativas se trasladan al campo de las absolutas: el ministro de Cultura, Jack Lang, dispone de alrededor de 200.000 millones de pesetas para descentralizar la cultura y promocionar la de la manera que mejor le parezca. El del ministerio de Cultura español, por ejemplo, representa -el 0,6 % del presupuesto general del Estado, esto es, 41.412 millones de pesetas, para 1985.Y la mejor manera, en opinión de Lang, es patrocinar las artes plásticas -"ya que no nos ponemos de acuerdo con quienes dirigen la TV en Francia, al menos nos queda este recurso de imagen pública", esgrime como uno de los argumentos- y la creación contemporánea, la más contemporánea y, si cabe, la de los "bebés" artistas con un pie metido todavía en la adolescencia. A ello dedican un 7% del presupuesto ministerial (esto es, unos 10.000 millones de pesetas), al que debe añadirse las cantidades variables -normalmente similares y a menudo superiores- vertidas por cada una de las regiones en sus respectivos proyectos. "Con ello conseguimos que algunas regiones que no disponían de imagen propia construyan el sello de su identificación", comenta Lang. En este sentido es ilustrativa la experiencia de Thiers, situada en pleno Macizo Central, cuyos orígenes en la industria minera y la fabricación de herramientas y cuchillos se remontan al siglo XIV. Thiers sufría el peso de la emigración constante, consecuencia del cierre de sus industrias y el paulatino envejecimiento de su población. El grueso de su fortuna natural, material procedente de unas minas que han quedado caducas para otros proyectos de mayor envergadura, ha servido ahora para su revitalización. La cuestión estaba en reconvertir las intenciones y así lo han hecho convocando a los artistas dispuestos a realizar esculturas con su metal. El llamamiento ha obtenido un éxito casi mayor del deseado. Thiers cuenta hoy con el prestigio que significa la organízación de un simposio internacional, numerosas esculturas de grandes dimensiones en sus calles, que la convierten en una localidad de atracción artística, y el proyecto de reconvertir las viejas plantas industriales en viviendas y talleres para los artistas que deseen instalar su residencia allí, temporal o definitivamente.

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Cadillac, en este caso en la vertiente atlántica del país vecino, cerca de Burdeos y en plena viña del Sauternes, es ejemplar también aunque con un proyecto de signo distinto. Mientras el prestigio vinícola de los burdeos queda en manos de la disciplina empresarial colegiada para evitar contagiosos sistemas de adulteración, la propia existencia del arte obliga al Servicio del Patrimonio Monumental a no olvidar la restauración de algunos de los castillos que, construidos durante el XVII, vivieron la fiebre festiva de sus propietarios durante poco más de siglo y medio, para terminar en manos de la Dirección General de Seguridad, es decir, convertidos en cárceles y, a tal propósito, seriamente degradados. Así sucedió con el castillo de los duques d'Epernon. Las instalaciones -este último verano Daniel Buren empapeló todas las dependencias con sus habituales listas de colores- de los artistas contemporáneos (subvencionados bien por el Ministerio, bien por las entidades

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públicas locales) y la consiguiente revigorización turística han obligado a la Administración a destacar una cantidad para la restauración del palacio.Como Cadillac, y aún con un proyecto más ambicioso, está Fontevraud, cuya abadía -también reconvertida en cárcel, en la que ingresó Jean Genet- está casi totalmente restaurada y que incorpora un sector de servicios para artistas que, gozando de una beca, deseen o necesiten instalarse lejos de las grandes capitales. Fontevraud es, además, centro de exposición permanente de arte contemporáneo. Y no se trata de ejemplos dispersos. Francia, rica en monumentos de patrimonio estatal, dispone de numerosa: iniciativas implicando diversos ámbitos culturales y artísticos, y culturales con industria.

En el país de las siglas

Pero no todo acaba en restaurar y rescatar de la miseria. La dotación más importante se dirige hacia la contemporaneidad, para autores de hoy. "Si siempre hubiéramos actuado de este modo", indicaba Claude Mollard, responsable máximo de la Delegación de las Artes Plásticas, "Francia no sufriría de este microcoleccionismo, parcial y disperso, que le caracteriza en arte contemporáneo". Lyon, Marsella, Toulouse, Saint-Etienne... ciudades de gran peso ya entre las capitales de la vieja provincia, disponen hoy -construidos, o en proyecto inmediato- de sus respectivos centros de arte plástico contemporáneo (CACP, ya que Francia es el país de las siglas por excelencia). Estos centros tienen la doble misión de dar a conocer la obra de los artistas locales y las líneas maestras del arte contemporáneo universal. El que mejor ha funcionado hasta el momento es el de Burdeos. De origen municipal en este caso, el CAPC que dirige Jean Louis Froment ha pasado a filas de los Museos de Francia, tanto por la categoría de su labor como por la colección que ha logrado reunir.

En contacto directo con los denominados FRAC (Fondo Regional de Arte Contemporáneo) cuya misión es la de dotarse de una colección propia, constituyen el lazo más directo entre el público y la dirección artística local. Cada región dispone de su FRAC que, a su vez, detenta un presupuesto propio -variable para cada una de ellas- que les concede el Consejo regional elegido en los comicios, aunque la dirección recae en un miembro nombrado por el Ministerio, en París.

Como norma general, a las inversiones que realizan cada una de las regiones en materia de artes plásticas, el Ministerio añade una cantidad similar. En un primer período la participación ministerial era mucho más elevada. Ahora es similar y, en algunos casos, inferior. Y lo deseable, según expresaron los responsables, es que el Ministerio desaparezca definitivamente como fuente financiera. Como ejemplo ilustrativo pueden servir las cifras del CACP de Toulouse, recientemente inaugurado. Instalado en la zona industrial de la ciudad, junto a un hipermercado y cerca de la universidad, han tardado sólo cuatro meses en levantarlo (hay quien critica la velocidad, explicándola por la proximidad de las elecciones parlamentarias). La Región ha invertido 15 millones de francos (unos 300 millones de pesetas) y el Ministerio 500.000 (unos 10 millones de pesetas).

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