Reagan excluye a Shultz de la prueba con el 'detector de mentiras'
El presidente norteamericano, Ronald Reagan, aseguró ayer que no pedirá a su secretario de Estado, George Shultz, que se someta a un detector de mentiras. Shultz había afirmado el jueves: "Dimitiré en el mismo momento que alguien en el Gobierno me diga que no confía en mí". Esta frase, poco usual en un alto funcionario de la Administración estadounidense, se explica en el contexto de la polémica levantada desde hace tiempo en Washington por la decisión de Reagan de someter al detector de mentiras a todo sospechoso de espionaje o de filtrar información confidencial a la Prensa.
Reagan firmó un decreto presidencial el pasado primero de noviembre por el que deberán someterse selectivamente al polígrafo o detector de mentiras todos aquellos funcionarios de su Administración que estén en contacto con información de alto secreto. Shultz es el único ministro que ha protestado abiertamente contra la orden.
El Pentágono ha batido el récord este año en los casos de espionaje descubierto, así como en el de importantes documentos filtrados a la Prensa. El más reciente fue el de la carta personal enviada por el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, a Reagan antes de la cumbre de Ginebra, en la que le recomendaba que no cediera mucho en el tema del control de amas.
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