El crecimiento económico, nueva priodad de Estados Unidos
Los mercados de divisas sufrieron un fortísimo impacto cuando los ministros de Economía de Estados Unidos, el Reino Unido, República Federal de Alemania, Francia y Japón (los llamados cinco grandes o 5-G) anunciaron su intención de alterar el tipo de cambio del dólar con relación a las divisas de sus más importantes socios comerciales.Esta decisión ha sido tomada justo en el momento en que el Congreso norteamericano sufría presiones cada vez mayores para imponer medidas de tipo proteccionista. Han sido, pues, razones fundamentalmente políticas las que han propiciado este acuerdo. Aunque es importante subrayar este hecho, hay que insistir en que no es el único elemento explicativo de tan drástica medida: así, durante los últimos seis u ocho años, tanto los Gobiernos como los bancos emisores han aplicado políticas que tendían a combatir la tasa de inflación.
El crecimiento económico es ahora, de nuevo, la prioridad número uno del Gobierno de Estados Unidos, y la política monetaria va a ser definitivamente ajustada para cumplir el mencionado objetivo. Las razones por las cuales los 5-G han decidido realizar este cambio son bastante claras: la guerra contra la inflación ha sido ganada. En un mundo en el cual los salarios se reducen, bajan los precios de las materias primas, aumenta el desempleo y se deteriora el sistema crediticio, es evidente que la inflación ha sido vencida, pero que se ha pagado por ello un alto precio.
Desde mediados de 1984, la economía de Estados Unidos dejó de ser la locomotora del desarrollo mundial y empezó a inyectar presiones deflaccionistas a Occidente, bajo forma de mastodónticos déficit y movimientos de capital que estaban basados más en el temor que en razones de tipo económico. Aunque se han estado tomando medidas de tipo fiscal y monetario en todo el mundo para subsanar estas deficiencias, la situación no ha mejorado todavía lo que cabía esperar. De hecho, Estados Unidos no podía permitirse más demora para tomar decisiones claras. Ni desde un punto de vista político ni económico el gigante norteamericano puede mantener déficit comerciales de más de 150.000 millones de dólares al año.
Por otro lado, los países subdesarrollados necesitan algo más que un comprador de sus abaratados productos para poder salir de la depresión en la cual están sumidos. El tipo de cambio del dólar estaba claramente sobrevalorado y hubiera sido poco recomendable mantenerlo a esos niveles.
Es evidente que querer disminuir el valor del dólar sin cambiar la estructura de sus tipos de interés sería, sin duda, irrealizable. Consecuentemente, cada vez que se realizan intervenciones de los bancos emisores en los mercados de cambio vendiendo dólares tenemos que constatar que en realidad se están creando nuevos dólares, y bien sabemos que cualquier producto que se distribuye con abundancia baja de precio. Por otro lado, desde principios de año son muchos los expertos que ven un panorama menos halagüeño para el resto de la década.
El caso alemán
En fuerte contraste con lo ocurrido en Estados Unidos, la evolución económica de Alemania Occidental ha dejado mucho que desear en los últimos cuatro años. Es más, algunos economistas siguen enjuiciando de forma negativa el futuro económico del país. En 1984, el PNB alemán creció, un modesto 2,1 %, y el sector exportador contribuyó en más de un tercio a la consecución de dicho objetivo. A mayor abundamiento, los datos que se conocen para 1985 tampoco parecen ser muy halagüeños. Sin embargo, no compartimos esta interpretación de los más recientes datos y estimamos que permiten apuntar hacia mejores tiempos para el período 1985-1986.
En primer lugar, el sector exterior, pese a una economía americana menos boyante y una paridad menos competitiva, debería todavía contribuir fuertemente al crecimiento del PNB en los próximos años, ya que las tendencias en comercio internacional no se invierten a corto plazo y, de hecho, para los seis primeros meses del presente año el volumen exportador creció en un 8% . respecto al año anterior. Pero es indudable que, para que se cristalice un despegue efectivo, el sector consumo será el que tendrá que tomar el relevo del sector exportador. Hasta la fecha, la demanda interna se ha mantenido estática debido a dos razones fundamentales: el débil incremento de los salarios reales y el aumento de los niveles de ahorro. Invertir tal tendencia va a depender de los siguientes fáctores: a) el incremento de la población activa; b) el incremento de los salarios reales; c) el tratamiento fiscal al ahorro, y d) el mantenimiento del nivel de inflación. Si bien es cierto que no esperamos resultados espectaculares en ninguno de ellos por separado, sí creemos que ligeras mejoras en cada uno de estos campo s pueden contribuir de forma conjunta al despegue de la economía alemana en los dos próximos años.
A la luz de estas reflexiones, apostar por la divisa alemana parece una opción tentadora, sin embargo, en nuestra opinión, un grave error. La caída del dólar, tal y como apuntábamos al principio de este informe, tendrá lugar en forma gradual, con fuertes períodos de repunte a lo largo de este proceso. En contraste con lo ocurrido en los primeros años de esta década, el crecimiento económico de los países industriales se hará de forma conjunta.
Parece, pues, que la segunda mitad de la década nos deparará unas paridades monetarias mucho más equilibradas, capaces de permitir un desarrollo más armónico de las economías occidentales. Y, en consecuencia, los inversores deberán tender a equilibrar sus activos en dólares y marcos.
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