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Honecker refuerza su posición en la RDA a costa del sacrificio de los ortodoxos

Los cambios que acaban de producirse en la dirección del partido comunista de la República Democrática Alemana (SED) denotan un fortalecimento de la posición del jefe del Estado y del partido, Erich Honecker, y, al igual que hace apenas tres semanas en Polonia, significan una derrota de los sectores más ortodoxos y menos dispuestos a la colaboración con las fuerzas sociales no comunistas

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El cese como miembro del Politburó de Herbert Haeber, director del departamento de Occidente del Comité Central del SED, era previsible. Haeber está, al parecer, gravemente enfermo desde hace meses, y no había aparecido en actos oficiales desde el pasado verano. La sorpresa de la sesión del Comité Central del SED que se celebró el pasado fin de semana fue otra dimisión -también por motivos de salud, si bien en este caso menos verosímiles-, la de Herber Naumann.Éste, el hombre más conflictivo de la cúpula del SED, conocido por sus desmedidos ataques contra los intelectuales y las comunidades religiosas de la RDA, fue destituido como miembro del Politburó, y tres días más tarde, el lunes, perdía también su influyente cargo de primer secretario del partido en la capital.

Al igual que el recientemente destituido ministro de Asuntos Exteriores polaco, Stefan Olszowski, Naumann es un notorio adversario del diálogo de los comunistas con otras fuerzas. Si de Olszowski se decía que albergaba ambiciones de relevar al general Wojciech Jaruzelski como máximo dirigente en Polonia, Nau mann fue durante mucho tiempo el candidato duro al puesto de Honecker.

El destituido dirigente de la RDA era conocido por su oposición a la línea de Honecker de buscar dentro de los márgenes posibles un estrechamiento de las relaciones interalemanas. También era contrario a la política de relativa tolerancia para con las comunidades religiosas y, en numerosas ocasiones, pronunció discursos agresivos en contra de escritores que demostraban fuertes divergencias con la política de conciliación propugnada por Honecker.

Naumann era miembro del Politburó desde 1976. Sin embargo, en los últimos años se vio cada vez más aislado. Implicado, según fuentes occidentales, en diversos escándalos de abuso de autoridad y con frecuentes apariciones conflictivas en actos oficiales debido a sus excesos de bebida, Naumann se convierte en el tercer caso espectacular de retirada política de un dirigente ortodoxo en el Este acusado de abusar del alcohol.

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Aparte de Olszowski, que también sufría problemas de este tipo, ésta fue una de las razones aducidas para explicar la caída en desgracia del miembro del Politburó soviético y jefe del PCUS en Leningrado, Grigori Romanov.

El sustituto de Naumann en la dirección del partido en la capital de la RDA es Guenter Schabowski, hasta ahora director del órgano oficial del partido, Neues Deutschland (Nueva Alemania). Schabowki, periodista de 57 años, es considerado como un hombre plenamente identificado con la línea de Honecker.

El jefe del Estado no tiene ya ningún adversario de relieve en la dirección del partido que pueda entorpecer su política hacia la República Federal de Alemania. Aprovechando la impresión positiva que del encuentro de Ginebra entre el presidente norteamericano, Ronald Reagan, y el líder soviético, Mijail Gorbachov, se tiene en ambos bloques, se espera que, en un futuro próximo, Honecker pueda anunciar las fechas de su visita a Bonn, anulada en septiembre de 1984 por presiones de Moscú ante la tensión existente entonces.

Las perspectivas para un estrechamiento de las relaciones entre ambos Estados alemanes son buenas. El primer acuerdo cultural entre ambos países está prácticamente acordado y, pese a que persiste la negativa de Bonn a reconocer oficialmente la ciudadanía de la RDA, la visita de Honecker a la capital federal supondría un avance en este sentido.

Es firme la oposición de los conservadores de la RFA a reconocer a la RDA como un Estado soberano. Sin embargo, algunos dirigentes socialdemócratas, como recientemente el jefe del Gobierno del Sarre, Oskar Lafontaine, ya se han manifestado favorables a reconocer la ciudadanía de la RDA, aceptada ya por los aliados de Bonn. Las continuas visitas de líderes occidentales a Berlín Oriental en el último año demostraron que la RDA ha roto ya el cerco que situaba a este país como un Estado de segunda categoría. También fueron señales en este sentido las visitas de Honecker a Italia y Grecia, sus dos primeros viajes a países de la OTAN.

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