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Tribuna:Julio Caro Baroja, Premio de las Letras
Tribuna
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Siempre aplaudido y descontento

De Pío lo ha heredado casi todo. La concisión y la rudeza, el cráneo lombardo y el acento despreocupado. La timidez y la calma. Y la capacidad de dilatar las horas en Itzea, la casa fronteriza, en un tiempo maldita, con una veleta de la que los vecinos decían que representaba a un diablo haciendo la higa. Heredó también el edificio y, sobre todo, la biblioteca. De Ricardo le viene, desde otra rama, el pulso estético. Pinta grandes cuadros. Inmensas ilustraciones para cuentos espaciales, cuyas protagonistas son las invisibles hadas centroeuropeas.Caro, que el pasado viernes fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras, es un fuguista y un paisajista ecológico. Se ha quejado frecuentemente de las barbaridades perpetradas en el medio rural. En 1977 ya denuncia: "Si hubiese habido un programa político mínimamente serio hubiésemos estudiado cómo defender lo mejor de cada elemento; la conservación de lo positivo de la vida rural y la mejora de la vida urbana; se habrían evitado las monstruosidades que se han hecho en Baracaldo, Sestao y Éibar. Es una burrada. Y el haber destruido por idiotez la vida rural también es una burrada".

Más perlas de aquel ayer: "Quienes tienen la fuerza pueden permitirse muchas más tonterías que quienes están en la oposición". Otra: "Lo que quisiéramos de los políticos, para que se diferenciaran de nosotros, que somos profanos, es que nos precisaran su programa de forma mucho más clara y concreta. Si usted es socialista, dígame cómo interpretar la crisis que tenemos delante de la destrucción de los valores que hemos padecido. Usted, que es comunista, hágame un plan de organización comunista de Éibar que parezca inteligible, claro".

Entresacamos estas declaraciones suyas porque están pronunciadas en los años, aún, de la esperanza. Caro diría: "Reprocho a los marxistas el haber abandonado el materialismo histórico. No abordan el problema de la tecnología, de la materia cultural que hace que las condiciones de vida cambien. Hoy todos los marxistas que conozco son utópicos". Otra prueba de visión de futuro está en esta glosa de Marx: "Si Marx dijo algo claro, es que hay que hacer un estudio de la tecnología y de la producción en cada momento. Hablar de la derecha hegeliana, de Kautsky..., son anécdotas".

Lejos estaba entonces de imaginar que los marxistas iban a abandonar incluso el marxismo. Aunque es posible que lo sospechase. Julio Caro entra dentro de la categoría de los pesimistas constructivos. El galardón le llega, como tantos otros halagos, demasiado tarde. La gente pasa de largo de sus criaturas predilectas y lee todo aquello que a él no le gusta haber escrito. En 1975, y para castigar a los lectores por las cinco ediciones que ha sufrido su libro Las brujas y su mundo, traducido al alemán, al inglés y al francés tras su aparición en 1961, aprovecha el prólogo de Brujería vasca para lamentarse del éxito obtenido por la obra anterior, de la que dice textualmente que no cree que sea la mejor de las suyas. Se lamenta de que, para muchas personas, él no es mas que el autor de Las brujas y su mundo. Y teme ser responsable de una moda de la hechicería que "puede tener derivaciones malsanas". Siempre aplaudido y descontento.

El premio que obtiene Caro, el hijo que don Pío no tuvo, nos recuerda aquella ocasión en que, tras haber expuesto sus cuadros en una sala de arte donostiarra, el propietario de la galería le entregó el importe de la liquidación. Le habían comprado todo. Con la venta de aquellos cuadros acababa de recibir más dinero que con toda la cosecha literaria de una vida ya mediada. En Caro Baroja, todos los momentos de dicha tienen el aire de lo que ocurre a destiempo. Éste también.

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