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"CUMBRE" EN GINEBRA

Cada superpotencia pretende exigir a la otra un esfuerzo de desarme no equilibrado

Las dos propuestas planteadas por norteamericanos y soviéticos en la mesa de Ginebra que ayer fueron debatidas al máximo nivel durante la cumbre son difícilmente negociables en su estado actual, ya que cada una de ellas pretende exigir un esfuerzo no equilibrado de desarme a la otra parte. La oferta soviética tiende a diezmar las fuerzas nucleares estadounidenses basadas en aviones y submarinos, así como las basadas en tierra de alcance intermedio, sin limitar significativamente los programas estratégicos de la Unión Soviética. La oferta estadounidense implicaría, en cambio, una reducción sustancial, de casi el 50%, en el arsenal soviético de misiles intercontinentales, pero apenas afectaría a los programas armamentistas de Estados Unidos.

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Esta situación es en parte consecuencia de la asimetría tradicional entre los sistemas de armamentos de la Unión Soviética y Estados Unidos, como dato que cada una de las potencias trata de aprovechar, además, en beneficio propio cuando formula con vistas al público su propuesta de desarme. El resultado es tan importante que aunque aparentemente la diferencia entre sus posiciones sea de sólo unas 600 cabezas nucleares, sobre las aproximadamente 20.000 que suman sus arsenales, Washington y Moscú tendrán que discutir los números largo y tendido, incluso en el supuesto de que superen las graves disensiones de principio que ha introducido en su debate el proyecto de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) norteamericano.De acuerdo con el nuevo Balance Militar publicado por el Instituto de Estudios Estratégicos de Londres el pasado mes de octubre, Estados Unidos y la Unión Soviética tienen un número aproximadamente igual de bombas o cabezas nucleares: 10.174 y 9.887, respectivamente. Lo que difiere es su distribución entre los tres tipos de vehículos -la llamada triada- que pueden colocar una bomba nuclear sobre su objetivo: misiles basados en tierra, misiles lanzables desde submarinos y aviones estratégicos dotados de bombas de gravedad.

Diferencias históricas

Estados Unidos dispone, según la misma fuente independiente citada, de 2.118 cabezas sobre misiles intercontinentales, 5.536 cabezas sobre misiles lanzables desde submarinos y 2.520 cabezas en aviones. La Unión Soviética posee, en cambio, 6.420 cabezas sobre misiles intercontinentales, 2.787 cabezas sobre misiles lanzables desde submarinos y sólo 680 cabezas nucleares en aviones. Las diferencias son el resultado de la primacía histórica de la fuerza aerea y de la armada en Estados Unidos, así como de la ventaja soviética, adquirida en la década de los setenta, para lanzar con un solo misil múltiples cabezas capaces de alcanzar objetivos independientes (técnica MIRV).

La última propuesta soviética, presentada al público por Mijail Gorbachov durante su visita a París del pasado mes de septiembre, ofrece una reducción del 50%, pero no sobre el número de cabezas, sino sobre el de vehículos de transporte.

Moscú propone, además, reducir a 6.000 el número de cabezas de cada potencia (lo que representa una reducción igual para las dos partes de aproximadamente el 40%), con el añadido de que un 60% de ese total puede seguir concentrado en cualquiera de los elementos de la triada.

En resumen, y para lo que le interesa, Moscú ofrece un 50% menos de lanzadores y un 40% menos de cabezas, pero siempre que pueda conservar al menos 3.600 cabezas en su arsenal prioritario de misiles intercontinentales. Un eventual acuerdo sobre esa base permitiría a la URS S mantener su arsenal actual (tiene 3.080, cabezas en 308 misiles SS-18, que es su arma más desarrollada) e incluso proseguir, tras algunos ajustes en los efectivos de estas armas y en el de sus 360 misiles de seis cabezas SS-19, con sus planes de despliegue del nuevo misil móvil de una cabeza SS-25.

En el contexto de la misma propuesta, Washington podría también seguir desarrollando su arsenal de misiles intercontinentales -que se encuentra muy por debajo del límite de las 3.600 cabezas-, pero al precio de reducir drásticamente su flota de bombarderos estratégicos y submarinos lanzadores de misiles, y ello por dos razones. En primer lugar, dado que casi todos sus misiles intercontinentales son modernos y escasamente dotados de cabezas múltiples (una el Minuteman II y tres el Minuteman III, mientras no se despliegue el nuevo MX de 10 cabezas), las 4.174 cabezas a las que tendría que renunciar bajo el límite de las 6.000 tendrían que ser deducidas en esos dos elementos de la triada. Además, la propuesta soviética de reducir en un 50% el número de lanzadores representa también un sacrificio mayor para Estados Unidos, que tiene al menos 4.062 lanzadores, frente a 2.832 de la URSS, según datos necesariamente incompletos -por no existir información disponible- pero proporcionados.

Nueva definición

La nueva definición de arma estratégica propuesta por la URSS, basada en la capacidad de golpear el territorio del adversario (y no en el alcance como se hace en los acuerdos SALT), exige además sacrificios no compensados en los arsenales de euromisiles y bombarderos de alcance intermedio norteamericanos basados fuera de Estados Unidos.

Washington ha propuesto, como respuesta, un límite común de 4.500 cabezas sobre misiles (lo que representa una reducción de aproximadamente el 41% en el arsenal norteamericano y del 54% en el soviético), con un sublímite de 3.000 cabezas sobre misiles intercontinentales (600 menos que la propuesta soviética). La nueva oferta de EE UU supone un intento de aproximación con respecto a la que los delegados estadounidenses habían mantenido sobre la mesa de Ginebra desde hace más de tres años, en la que se proponía un límite global de 5.000 cabezas y un sublímite de 2.500 sobre misiles.

La diferencia de 600 cabezas entre las posiciones actuales de las dos partes sobre un problema clave puede parecer insignificante, pero no lo es tanto si se tiene en cuenta que el programa de despliegue de los MX aprobado hasta ahora por el Congreso estadounidense representa 50 misiles y 500 cabezas nucleares. Por otra parte, es claro que el límite de 3.000 cabezas obligría a la URSS a desmantelar incluso una parte de su arsenal de misiles SS-18.

Bombas de gravedad

Con todo, las dificultades principales que plantea la propuesta de Reagan derivan de su silencio sobre las bombas de gravedad, y en general sobre los sistemas nucleares norteamericanos desplegados fuera del territorio de EE UU. Leonid Breznev, cuando firmó el tratado SALT II en 1979, ya advirtió que tales sistemas tendrían que ser considerados en la negociación de los próximos acuerdos.

Algún representante de la Administración de Reagan, y en concreto el asesor presidencial Paul Nitze, ha expresado su satisfacción por una propuesta soviética centrada en los euromisiles, que admite como base de discusión el despliegue en Europa de 120 misiles norteamericanos de crucero. Pero esta impresión de Nitze no es compartida por otros miembros del equipo norteamericano.

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