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Del aguardiente al 'kiwi'

Algunos empresarios gallegos desarrollan nuevas fórmulas para lograr el despegue económico de la región

ENVIADA ESPECIAL

"Hay mucho de verdad, pero quizá se están creando esperanzas sin fundamento, porque, aunque los creadores españoles son buenos, a la mayoría les falta un verdadero planteamiento industrial". Rogelio Martínez, jefe de Prensa del pequeño pero sólido emporio creado por Adolfo Domínguez, reflexiona con cierto cansancio sobre la moda gallega y la española. "Después de todo, nosotros, que somos los que más exportamos, apenas hemos llegado en la última temporada a los 275 millones de pesetas", añade Rogelio Martínez. "Hay que tener en cuenta que los italianos, sólo en Hong Kong, facturan por valor de 10.000 millones de pesetas". Vestidos de pies a cabeza con la ropa del gran, Adolfo, su jefe de Prensa y su director de publicidad, Eloy Lozano, se lamentan incluso del indudable efecto negativo que pueden producir en el público las pretenciosas campañas publicitarias elaboradas por la Administración sobre la industria de la moda.

" Pero algo sí ha cambiado fuera de nuestras fronteras, porque no hace rnucho", recuerda Rogelio Martínez, "los compradores nos insistían para que quitáramos el made in Spain de las etiquetas de nuestra ropa". Quizá por ello, otros diseñadores gallegos optaron por un cierto y sutil carnuflaje italiano, aunque sólo fuera en las firmas. Así, Manuel Mariño optó por convertirse en Roberto Verinno, o Gene Cabaleiro, en D'Aquino.

Operación de imagen

Esta eclosión de moda acompañada de un cierto éxito y sostenida por una gigantesca operación de imagen no se basa, con todo, en un golpe de suerte. Para José Posada, presidente del Consejo de Admi nistración de la Caja de Ahorros Pruvincial de Orense, el éxito se basa en una larga labor que ahora aflora en pequeñas e interesantes iniciativas. Iniciativas como la que tomó hace poco más de tres años Manuel Cabezas Enríquez, gerente de la Cooperativa, Vinícola del Ribeiro, para poner freno a la falsificación del vino de la región y llevar al mercado un vino joven de calidad como el Bradomín, gracias a la colaboración del propio gobernador civil de la provincia, Mariano Sanz Pech. "Cuando vine aquí", recuerda el gobernador, "se producían 30 millones de litros de vino y se vendían 100 millones. Era un curioso milagro". Hoy, la potenciación de la uva autóctona y el cuidado en la elaboración de los vinos del Ribeiro y Valdeorras ha abierto nuevas perspectivas a la economía de esta zona, aunque apenas se trata de un comienzo. Conscientes del valor de la imagen, también los viticultores se han puesto en manos de un publicista como Eloy Lozano, que intenta además dar con la mejor fórmula de venta para un producto nuevo en España, aunque de rancia tradición europea: los marron glacés."Las castañas ya las recogían y, exportaban nuestros padres desde hace más de 40 años", explica José Posada; "eran en tiempos un alimento básico. Luego se han abandonado los castaños, que eran una gran riqueza, y la industria se ha resentido". Así y todo, la fábrica de Cuevas y Posada, en las afueras de Orense, da trabajo a unas 200 personas en la época de la recogida de la castaña.

El 'marron glacé'

De ser un mero exportador del fruto pelado y listo para cocinar, Posada ha iniciado la aventura del marron glacé, pese a la dificultad del mercado español. Hay quien sostiene que este exquisito postre de castañas en almíbar, envueltas después en una capa de finísimo azúcar, puede resultar algo fuerte para una sociedad enloquecida por la alimentación ligera y las dietas bajas en hidratos de carbono. Pero Posada insiste en que bastará el conocimiento de este producto, "el más exquisito y sofisticado de la civilización cristiano-occidental", según reza la publicidad, para que el gugto español se pliegue ante esta maravilla francesa.De hecho, los españoles se han adaptado a otros sabores más extraños como el del kiwifruit. Al extrañísimo Actinidia chinensis que cultivan desde los años cuarenta los neozelandeses, y que ha encontrado el terreno de desarrollo más propicio de Europa en la zona de las rías bajas gallegas.

Fueron los alemanes, a través del grupo Scipio, los mayores consumidores de esta fruta exótica oriunda de China, los que decidieron, en colaboración con el empresa:rio José Fernández, intentar el cultivo del kiwi en las proximidades de Porriño (Pontevedra). "Lo cierto es que Galicia está en los antípodas de Nueva Zelanda y tiene un clima bastante similar".

"Se hizo un primer ensayo en Gondomar en 1969 y ya en 1974 se inició la explotación masiva del fruto". Así resume los orígenes de este nuevo cultivo en las rías bajas Carlos del Río, consejero-delegado de la compañía Productores de Actinidias Chinensis, SA. Esta explotación se extiende sobre poco más de 40 hectáreas en Porriño, aunque, de hecho, comercializa la producción de otras granjas que ocupan unas 80 hectáreas de terreno.

Carlos de¡ Río no se queja de nada, pero lamenta "la falta de sensibilidad de la Administración" y el cierto "atraso de los campesinos, que siguen plantando el maíz que trajo Pinzón hace 500 años, cuando hoy la agricultura ha cambiado muchísinio". En estas dos peculiaridades hay que buscar la explicación, según él, de que hoy, pese a contar con las mejores condiciones climáticas de Europa, en Galicia sólo haya unas 200 hectáreas dedicadas al cultivo del kiwi, mientras en Italia, donde la experiencia se inició al mismo tiempo, hay ya más de 6.000 hectáreas.

Machos o hembras

"Nosostros nos hemos ocupado incluso de explicarle al agricultor el sistema de plantación", comenta Del Río. "Hay que ver la cara que ponen cuando se les dice que los árboles pueden ser machos o hembras y que hay que colocar un árbol macho por cada cuatro o cinco hembras para que se produzca la polinización. Yo creo que esta tarea debía realizarla la Administración, lo mismo que los ensayos con nuevos cultivos".Quizá todas estas tímidas pero ambiciosas iniciativas muestren un camino para paliar las graves consecuencias que la incorporación de España al Mercado Común puede tener para Galicia y sus productos tradicionales. Una incorporación que acabará también con viejos hábitos de trabajo y que obligará -a este país a optar definitivamente por la línea de la modernidad de la moda o las plantaciones de kiwis. Con todo, Alfonso Paz Andrade, consejero-delegado de Pescanova, una de las más pujantes industrias gallegas, comenta: "Yo creo que esta región, en los próximos 50 años, no se convertirá en una de las comunidades más prósperas de España, aunque sí puede ser una de las más estables".

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