El Rey y los empresarios
LA VANGUARDIALa primera conclusión que cabe extraer del importante discurso pronunciado por S. M. el Rey ante el I Congreso Nacional de Empresarios es que la más alta magistratura de la nación, la jefatura del Estado, apuesta decididamente por una política de concertación social, sustentada en el diálogo y la negociación entre las fuerzas sociales.
Y es importante porque, de un tiempo a esta parte, existía una fuerte corriente de opinión en el sentido de que la concertación había sido válida en una primera etapa de la transición de España a la democracia, pero que hoy en día resultaba una reliquia del pasado, una especie de muletas que la economía española ya no necesitaba.
Es cierto que la crisis económica, aunque suene extraño, ha impuesto de alguna forma la paz social. En efecto, las dos grandes consecuencias de la mutación que se ha registrado en el modelo español de relaciones productivas -hablar de crisis a estas alturas resulta ya un tanto obsoleto- han sido un incremento espectacular en el índice estadístico que mide el desempleo y un florecimiento, asimismo espectacular, de la economía sumergida. Ambos fenómenos han hecho extraordinariamente difíciles las movilizaciones laborales de antaño; en efecto, la conservación del puesto de trabajo se ha convertido en el objetivo primordial del trabajador, mientras que, si se ha visto obligado a "sumergirse", en ese mismo momento ha renunciado a gran parte de sus derechos, tan dolorosamente adquiridos por sus compañeros a lo largo de varias generaciones.
YA"Es preciso fomentar un clima de apoyo y confianza en la empresa". Con estas palabras, don Juan Carlos hizo ayer, en. el discurso de inauguración del I Congreso Nacional de Empresarios, un público reconocimiento de la labor de los empresarios españoles. Tanto su discurso como el de José María Cuevas fueron una apuesta por la libertad y el riesgo ( ... ).
El presidente de los empresarios intentaba desmitificar, con datos, esa imagen interesada y parcial del empresario explotador e insolidario. No es así. La empresa privada invierte seis veces más que la pública y 12 más que el capital extranjero. Doscientos setenta mil empresarios autónomos han tenido que cerrar sus empresas en ocho años de crisis. Son muchos los problemas y escasas las respuestas: la próxima integración en la CEE; la escasa receptividad, cuando no el desaire del Gobierno; la todavía insuficiente fiberalización económica... Aunque no hubo una sola mención al Gobierno en su discurso, Cuevas hizo un serio llamamiento pidiendo el reconocimiento social de los empresarios como factor de progreso, que era, en el fondo, una advertencia a quienes tratan de justificar el fracaso de su política social en la actitud empresarial. Ese llamamiento tuvo respuesta en las palabras del Rey, que calificó a la empresa como "insustituible factor de progreso, elemento de integración social y sistema aprobado de creación y distribución de riqueza".
Pero, manteniendo una constante de todos sus discursos, el Rey fijó otras metas de fuerte contenido social, enraízadas en la legitimidad que le ha otorgado el pueblo. Don Juan Carlos recalcó "la gran aspiración de que los gobiernos, los empresarios y los trabajadores estén subidos en el mismo tren". Habló de justicia social y solidaridad, y pidió a los empresarios que piensen en los cientos de miles de jóvenes que buscan trabajo para que redoblen su esfuerzo inversor, creen empleo y prosigan en la política de diálogo y negociación con los sindicatos, pese a que esta tarea no es sencilla.
CINCO DÍAS( ... ) Cinco fueron las ideas fundamentales expresadas por Juan Carlos I: la integración española en Europa como final de un viejo aislamiento; la consideración de la empresa como factor insustituible de progreso y elemento de integración social y de creación y distribución de riqueza; el compromiso personal y social que contrae el empresario; el gran ejercicio de responsabilidad y moderación que han realizado durante los últimos años empresarios y trabajadores y que ha llevado a un claro aumento de la paz social, y finalmente la llamada a que se redoble el esfuerzo inversor, dentro de un sentido de solidaridad, para contribuir a resolver el problema del paro, especialmente del que afecta a los jóvenes.
A estas ideas se unieron la formulación de un deseo: el de que los Gobiernos, los empresarios y los trabajadores caminen subidos en el mismo tren, y la manifestación expresa del significado de ánimo y apoyo a los empresarios que encerraba la presencia de los Reyes en el Congreso.
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