El Gobierno propuso a EE UU en las conversaciones de octubre qué reduzca sus tropas en España
El Gobierno español, en contra a lo afirmado en las dos últimas semanas por fuentes diplomáticas estadounidenses, ha propuesto de forma expresa y reiterativa la necesidad de disminuir la presencia militar norteamericana en España. Igualmente -y también en contra de lo dicho por las fuentes norteamericanas-, la delegación española en las conversaciones hispano-estadounidenses, celebradas en Madrid los pasados 23 y 25 de octubre, subrayó repetidas veces que se estaba abriendo esos días un proceso de "negociación". Así consta en materiales de trabajo de aquellas conversaciones, a los que ha tenido acceso EL PAIS.
Ya en el comunicado, de aproximadamente 15 minutos de duración, que leyó en la apertura de las conversaciones el jefe de la delegación española -el secretario general de Política Exterior del Ministerio de Asuntos Exteriores, Máximo Cajal- se hizo repetidas referencias a los deseos españoles de reducir la presencia militar norteamericana en España y, también en diversas ocasiones, se habló de "negociación" y se calificó de "prenegociación" el diálogo que se abría aquel día. Los estadounidenses se dieron por enterados de estos términos.La primera intervención de Cajal en las conversaciones constó de una detallada introducción en la que se exponían los argumentos por los que España había decidido reajustar la presencia militar norteamericana sobre su suelo, y se relacionó este propósito, directamente, con la política de paz y seguridad (decálogo) expuesta por el presidente del Gobierno, Felipe González, justo un año antes en el Congreso de los Diputados.
La parte española en las prenegociaciones afirmó que nunca se había hecho una reevaluación seria y detallada de la presencia militar estadounidense desde que, en 1953, se firmaran los primeros compromisos militares entre ambos países, que dieron lugar a la creación de las bases.
Cambio de circunstancias
Entre los argumentos utilizados por el Gobierno español en las conversaciones, estaba el de que si bien, desde 1953, no habían cambiado las relaciones hispano-norteamericanas, sí lo habían hecho las circunstancias: en España existe ahora una democracia, se está a punto de ingresar en la Comunidad Económica Europea, el Gobierno defiende la permanencia en la Alianza Atlántica y las Fuerzas Armadas españolas están ahora mucho mejor preparadas y dotadas que entonces, argumentaron los españoles.La parte española en, las conversaciones alegó también que este cambio de circunstancias no se había reflejado en el convenio que rige las relaciones militares entre ambos países. Estas circunstancias, insistió el jefe de la delegación española, deben ser corregidas y puestas al día, a la luz de las relaciones multilaterales que ambos países mantienen en el seno de la Alianza Atlántica y corrigiendo lo que de anacrónico tiene la relación militar hispano-estadounidense.
En las conversaciones, se aludió elípticamente -o, más bien, de una manera casi subliminal- al próximo referéndum sobre la OTAN, destacando, en diversas ocasiones, cómo la opinión pública española es consciente de la necesidad de corregir estos anacronismos.
Corregir el convenio
La posición del Gobierno español, según se expresó en las conversaciones del mes pasado, era la de que el último convenio hispano-norteamericano existente (el de 1982, firmado por el Gobierno de Unión de Centro Democrático) no es satisfactorio en muchos de sus aspectos. En este sentido, la delegación española adelantó de forma expresa sus deseos de corregirlo en buena parte cuando se abra el proceso de renegociación de este convenio, que expira en la primavera de 1988.Por lo que respecta a las cuestiones terminológicas -fuentes estadounidenses venían afirmando a lo largo de las dos últimas semanas que nunca se habló de "negociación"-, este diario ha podido verificar que, en diversas ocasiones, durante los días 23 y 25, la delegación española expresó que el proceso que se abría con esas primeras conversaciones constaba de una primera fase de "prenegociación" -que era, precisamente, la que se inauguraba aquellos días- y una consecuente "negociación formal".
También en diversas ocasiones, la delegación española subrayó ante sus interlocutores que el objetivo final de este proceso era el indicado en el punto tres del decálogo (ajuste de la presencia militar estadounidense en España).
Los representantes españoles advirtieron que el Gobierno de Madrid pretendía llevar adelante este proceso a través de un pacto entre ambos países y siempre por la vía del diálogo, teniendo en cuenta, además, la defensa de la seguridad común.
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