En el ámbito conquistado por Miles Davis
Es una creencia generalizada que Wayne Shorter sigue en Weather Report porque le da dinero, porque así es más famoso y porque es amigo de Zawinul. Tiene que darse una circunstancia como la presente, es decir, aparecer en plan figura con su propio cuarteto para descubrir que lo que más le gusta en el mundo es la banda que lidera -pero menos- junto al teclista austriaco. Lo siento por los que esperaban la redención de los pecados jazz-rockeros de Shorter y la confirmación del pop como verdad única, porque el cuarteto de este gran saxofonista se mueve en el ámbito que ha conquistado Miles Davis en las dos últimas décadas y que Weather Report se ha dedicado a explorar.Shorter sigue este modelo no sólo en los planteamientos generales, sino también en las construcciones concretas e incluso en el diseño de los motivos melódico-rítmicos. Además, los músicos que le acompañan no son los de su banda habitual, por una cuestión, creo yo, de pudor, porque de hecho Tom Brechtlein (batería) podría ser Omar Hakim, y Gary Willis (bajo), Víctor Bailey; la excepción lógica es el teclista Tom Canneing, quien no es. ni puede ser Joseph Zawinul. Esto es lo que posibilita que Shorter abandone ese segundo plano que mantiene en W. R., donde a veces parece que toca casi por compromiso y lo llena todo de saxo. Casi no hay sitio para las improvisaciones de los demás: la batería y el bajo hacen y deshacen una base sólida y rítmica siempre rica y abundante, los teclados son un punto de apoyo que engordan el caldo de cultivo para las. improvisaciones del viento, que subrayan las frases que hay que destacar para empujar al saxo hacia una nueva búsqueda.
Concierto de 'jazz'
Festival de Jazz de Madrid. Madera. Wayne Shorter Quartet. Teatro Alcalá Palace, 31 de octubre.
La ausencia de teclados, y eventualmente del bajo, debida a fallos técnicos durante largos ratos del recital, hicieron incómoda la escucha: los músicos no podían sentirse a gusto si a mitad de un solo, como sucedió, podía caer la guillotina y se apagaba el sintetizador o fallaban los monitores; es difícil escuchar con tranquilidad cuando es evidente que algo raro está pasando en el escenario. A pesar de ego, en los momentos en que batería, bajo y saxo tuvieron que seguir solos. -y a veces hasta sin bajo-, la intensidad musical no descendió en absoluto: Wayne Shorter era una fuente continua, imparable, de ideas que, cuando la electricidad lo permitía, eran recogidas por todos en un desarrollo lineal de interés creciente, para acabar al borde de la locura.
La. posición de Shorter es reveladora de lo que entre los inú sicos dejazz puede considerarse como una de las principales corrientes en el momento presente. Lo que para los puristas recalcitrantes no es más qué una cesión a la comercialidad, algo totalmente. ajeno a lo "verdaderamente artístico", se ha convertido en una realidad incuestionable, en un estilo consolidado y vigente en este momento.
Característico es del jazz que coexistan formas, de hacer que han tenido su plenitud en muy diversas épocas y que pueden, en un momento inesperado, dar lugar a una nueva tendencia. Siempre se advierten algunas influencias preponderantes. El influjo de las músicas exóticas, de la tradición clásica europea y de las corrientes populares se ha aceptado pronto y sin excesivas vacilaciones. Cuando esa aportación ha provenido de uno de los hijos del jazz, el rock -como jazz-rock, fusión, funky o lo que sea el resultado ha sido siempre piedra de escándalo: se trata de un incesto.
Wayne Shorter se reveló ayer como un maestro con el tenor y el soprano. Su sonido es tremendo: una potencia increíble, una redondez y una capacidad de matices únicas. Dentro de la dinámica normal del forte-piano, Shorter establece la suya propia. Su expresion no se reduce al volumen de las notas, sino que se extiende al carácter que confiere a cada una de ellas.
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