El juzgado de delitos monetarios investiga a los hermanos Lladró
El juzgado de delitos monetarios investiga desde hace exactamente una semana operaciones realizadas en el exterior, en los años setenta, por los tres hermanos Lladró (Juan, José y Vicente), propietarios del imperio Lladró. El juzgado, investiga si estas actuaciones suponen una presunta evasión de capitales por valor de entre 20 y 40 millones de pesetas. La investigación es consecuencia de una inspección del Banco de España, que visitó las instalaciones de los Lladró en Tabernes Blanques (Valencia) el pasado mes de julio. Lladró vende anualmente porcelanas y cerámicas por valor de unos 8.000 millones de pesetas, de los que el 70% corresponde a exportaciones a más de 100 países.
La historia tiene dos actos. El primero comienza a mediados de los años setenta, en Venezuela, en pleno boom petrolero. En 1975, Lladró pide permiso a la Dirección General de Transacciones Exteriores para crear una sociedad en Panamá, que se denominará Distribuidora Valenciana, SA (Disvasa), y cuya función es servir de puente a las exportaciones de las porcelanas del grupo.La autorización se concede con la condición de que Disvasa no pueda ser holding ni cabecera deotras sociedades."
Poco después empiezan las exportaciones efectivas a Venezuela a través de otra sociedad ya existente, Diporca (propiedad de un catalán afincado en Caracas, apellidado Jiménez Minuesa), que actuará como distribuidora de Lladró.
Diporca realiza las importaciones; algunas las paga, otras no Para solucionar problemas financieros de Diporca, los Lladró le conceden créditos a través de Disvasa por valor de 300.000 bolívares y 95.000 dólares. A pesar de ello, la distribuidora venezolana no va bien y se deterioran las relaciones. Aparecen unas letras contra Diporca por valor de un millón de bolívares. Todo fináliza con la declaración de quiebra de Diporca.
Sin embargo, los Lladró consideran que Venezuela sigue siendo negocio para sus exportaciones. Inician un segundo intento, que también fracasa, con una segunda sociedad: Diporce. Es el año 1978. Apenas hubo negocio.
Nuevo intento
El tercer intento se hace con una nueva sociedad, Tablanca, creada como canal de distribución de los Lladró y de otros muchos productos. Nuevamente se repite el ciclo. Tablanca necesita financiación, Disvasa se la facilita, no es suficiente para que la dinámica sea normal y se produce una nueva suspensión de pagos y la extinción de la sociedad. Venezuela parece gafada para los Lladró. El expediente iniciado por el Banco de España acusa concretamente a los Lladró de que Disvasa, 100% de los tres hermanos, tenía prohibido conceder créditos a otras sociedades y, sin embargo, lo hizo a Diporca y Tablanca, por valor de unos 12 o 15 millones de pesetas de la época.
El segundo escenario
El segundo acto varía de escena río. Los Lladró poseen en esta ciudad una sociedad denominada Weil Ceramics and Glass, al 100%, que también tiene autorización de la Dirección General de Transacciones Exteriores. Weil Ceramics empezó a pagar unos emolumentos (25.000 dólares año / hermano) a los tres Lladró por sus funciones como consejeros a partir de 1976. Desde este año hasta 1980, estos ingresos no volvieron a España. A partir de 1981 se reingresan estas cantidades e incluso figuran en las declaraciones, del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF).El expediente del Banco de España explica, precisamente, esta falta de repatriación de capital durante los cinco años que corresponden a la segunda mitad de la década de los años setenta.
El conjunto de las presuntas infracciones por ambas situaciones, la de Venezuela y la de Nueva York, podría oscilar entre los 20 y los 40 millones de pesetas. En el expediente del Banco de España que ha tenido entrada el pasado viernes en el juzgado de delitos monetarios, los Lladró aceptan los hechos, que no se reprodujeron a partir de 1980. Las fuentes consultadas al respecto entienden que es probable que el juzgado aplique a las presuntas infracciones una multa administrativa. En medios cercanos a la familia Lladró se destaca la menor cuantía de los 20 o 40 millones frente a los 8.000 millones de pesetas que suponen las ventas del grupo, y ponen de manifiesto su opinión de que queda clara la inexistencia de "mala fe" al haber rectificado la situación a partir de los años ochenta.
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