Una revelación convincente
Cristina Iglesias es, sin duda, una de las revelaciones más convincentes entre las que se han producido en el arte de nuestro país últimamente. En su aún breve currículo público, llama de inmediato la atención el hecho del ,rápido impacto. internacional que ha producido su obra, como queda corroborado con la muestra individual que realizó el pasado año en la Fundación Gulbenkian de Lisboa y por haber sido seleccionada recientemente por Rudi Fuclis, Jan Debbaut, y Piet de Jonge para participar en esa importante colectiva de 15 artistas europeos y norteamericanos, que fue inaugurada el pasado 24 de mayo en el prestigioso Van Abbemuseum, de la localidad holandesa de Eindhoven.,En Madrid, al margen de su participación puntual en la exposición titulada La imagen del animal. Arteprehistórico, arte contemporáneo, que reunió a importantes artistas de dentro y fuera de nuestro País, y las piezas que pudo enseñar en. la pasada edición de la Feria de Arco 85, hasta ahora, en efecto, no habíamos tenido la oportunidad de poder contemplar su trabajo con la amplitud suficiente.
Divertidas aberraciones
La visión adecuada del bello conjunto de obras de Cristina Iglesias, que ha dado lugar a un refinado montaje en la galería de Juana de Aizpuru, nos permite sacar una serie de conclusiones: en primer lugar, su sintonía natural con las corrientes últimas de la escultura internacional, quizá porque su formación artística en Inglaterra le ha facilitado, de primera mano, la información precisa; en segundo, el original y atrayente uso de materiales como el cemento y el hierro; y, en tercero, lo que desde mi punto de vista es más relevante, el desvelamiento de una poética personal, sugestiva; en la quese conjugan un, notableInstinto para el desarrollo de la forma plástica y una hermosa capacidad para la simbolización.
El sentido del fragmento; la mezcla de una espontaneidad cruda y desinhibida en la plasmación material de las vivencias estéticas con una posterior elaboración sofisticada y compleja de cada pieza; la dramatización temporal que imprime a la ejecución un ritmo alterado, a medias entre el azar y el control, pues, hace que intervengan materiales incomovibles, materiales que se van fraguando hasta que su dureza.obliga a la talla y el corte, y materiales de pura agregación; la audaz convergencia de opuestos; las divertidas aberraciones con que desmiente el uso funcionalmente asignado a la calidad y al comportamiento de los materiales; la corriente alterna de primitivismo e ironía, de acentos románticos y humor; el límite íncierto entre lo figurativo y lo abstracto; el peculiar sentido. de las citas históricas, etcétera, son algunas de las características más sobresalientes del nuevo horizonte plástico en el que se inscribe Cristina Iglesias, que es una de las protagonistas que están interviniendo en la elaboración de una concepción diferente de la escultura hoy naciente.
Como se ha señalado antes, C. Iglesias trabaja fundamentalmente con cemento, que fragua con mezclas pigmentadas, cuyo control completo es casi imposible alcanzar. Por otra parte, a las formas ya armadas, endurecidas y coloreadas no puede aplicarle más corrección que drásticos. cortes y un cincelado tosco, lo que complica y mantiene en vilo todo el proceso hasta el final. A pesar de ello, sus piezas resultan nítidas, brillantes y de una rara elegancia. Algunas text, uras evocan el refinado misterio de las telas de un Fautrier, pero es sorprendente cómo consigue mantener un cierto intimismo y una fragancia lírica, cualidades positivas de lo que se entiende como sensibilidad femenina, dentro de los armazones rotundos y los materiales ásperos. Con esta excelente muestra, Cristina Iglesias se ha situado en una de las posiciones más prometedoras del nuevo arte español.
