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Argelia apoya la reincorporación de Egipto a la Liga Árabe

Egipto y Argelia están protagonizando una importante ofensiva diplomática en el Mediterráneo sur, que algunos observadores estiman puede ser el comienzo de un nuevo reordenamiento político de la zona. Los acontecimientos surgidos con el bombardeo israelí contra el cuartel general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Túnez y el secuestro del trasatlántico italiano Achille Lauro han reforzado los lazos de unión entre ambos países, separados geográficamente por Libia, y desde Argel se apoya la celebración de una cumbre árabe extraordinaria para plantearse la vuelta de Egipto a la Liga de los Estados Árabes.

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Ha sido la matanza de Túnez el detonante que ha unido a argelinos y egipcios en un mismo deseo de hacer frente a lo que suponen la mayor amenaza de la zona: el régimen del coronel Muammar el Gaddafi. Seis días después de la incursión israelí contra las instalaciones palestinas de Hammam Plage, el presidente egipcio, Hosni Mubarak, enviaba primero a Túnez y después a Argel a uno de sus principales consejeros, Ossama el Baz.Oficialmente, Ossama el Baz viajaba a Túnez a ofrecer el apoyo incondicional de El Cairo al régimen de Habib Burguiba por el bombardeo israelí contra suelo tunecino, pero subterráneamente, se estaban sentando las bases de un primer nivel de cooperación en la zona frente al enemigo libio. El Baz se mostró favorable a celebrar una conferencia de países fronterizos intranquilos por los intentos desestabilizadores de Trípoli que sentaría en una misma mesa, además de a argelinos y egipcios, a representantes de Túnez, Chad y Níger.

Egipto está sufriendo, al igual que Túnez, los efectos de la expulsión de sus trabajadores en Libia, aunque en una proporción inferior a la de este segundo país. Desde agosto último, el régimen de Trípoli ha expulsado a 32.000 trabajadores tunecinos y a 10.000 egipcios y, a cambio, ha ofrecido a Sudán 20.000 puestos de trabajo disponibles, lo que desde Túnez y El Cairo se considera "una doble humillación".

Pero Túnez, el más afectado, ha respondido a Gaddafi con la misma intransigencia con que los agentes de seguridad libios ponen a los trabajadores en la frontera y con la misma energía con que desde Radio Trípoli, que se capta aquí, en Túnez, se incita a las masas populares tunecinas a levantarse contra el régimen de Burguiba y, en especial, contra la política de corte occidental de su primer ministro, Mohamed Mzali.

Túnez, sin embargo, no ha hecho únicamente frente a Libia desde su pequeña parcela de apenas 164.000 kilómetros cuadrados en el norte de África ni apoyándose en sus escasos 28.000 soldados, sino que desde un primer momento ha visto fortalecida su posición de respuesta verbal a Libia, primero con sus aliados occidentales, Francia y Estados Unidos -este último país, ahora en desgracia-, y después con varios Estados de la zona, como Argelia y Egipto.

Observadores diplomáticos han visto en el primer ministro Mzali el político tunecino que Iba capitaneado la respuesta a Libia, empujado y apoyado incondicionalmente desde El Cairo. Si antes de la incursión israelí no existía una confirmación oficial de este apoyo, a partir del 1 de octubre quedó demostrado de forma patente, primero con una conversación telefónica entre Mzali y Mubarak de 30 minutos de duración, la primera tras la retirada de embajadores a consecuencia de los acuerdos de Camp David, y después con la visita del emisario El Baz.

El ataque israelí contra Túnez y el protagonismo egipcio en el asunto del Achille Lauro han sido aprovechados por El Cairo para tender de nuevo la mano a algunos países árabes. Si bien Túnez no ha sido nunca un problema para los esfuerzos de integración de Egipto dentro del mundo árabe, el acercamiento a Argelia ya es un paso importante, máxime cuando existen intereses comunes frente a Libia.

Conferencia del Mediterráneo

El propio número dos del Frente de Liberación Nacional (FLN) argelino, Cherif Messadia, ha sido el impulsor del apoyo de su país a la celebración de una cumbre árabe, incluso organizada por Marruecos, para plantearse el reingreso de Egipto en la Liga de los Estados Arabes, de la que fue expulsado. Este hecho no se presenta aislado y los últimos días se ha comentado en Túnez que una de las propuestas que le realizó el presidente argelino Chadli Benyedid a Burguiba, en la visita relámpago que realizó el pasado 10 de octubre a Túnez, fue la celebración de otra conferencia, ésta de partidos progresistas del Mediterráneo, para tratar todos los acontecimientos candentes en la zona. Curiosamente, además del FLN y del Partido Socialista Desturiano (PSD), de Túnez, ambos oficiales, se pretendía invitar al Partido Nacional Demócrata (PND) egipcio y al Frente Polisario.

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