Hugh Tinney, en concierto y en disco
Con un acompañamiento más elevado, equilibrado y vital que el que le sirvió Colman Pearce, la actuación de Hugh Tinney, premio Paloma O'Shea de piano, habría brillado en todo su esplendor.En el Concierto en do menor, KV 491, de Mozart, estrenado en 1786, los matices, dentro de una espléndida línea general, fueron expuestos por Tinney con incisiva voluntad de cantar, a través de perfectos arcos de fraseo y acentuación rítmica leve y precisa. Fue una versión de gran pianista, contrastante con el desmadejamiento de la colaboración orquestal.
El director irlandés Pearce, un discípulo de Swarowsky en Viena titular de la Radio de Dublín, consiguió brillantes resultados en la obertura sobre Cyrano de Bergerac, de Gerard Victory, durante muchos años director musical de la Radio irlandesa y sucesor en la presidencia de la Tribuna de Compositores de Pierre Colombo.
Hace unos días, TVE emitió un filme sobre Ralph Vaughan Williams (1872-1957), dirigido por Ken Russell, que es útil para acercarse a la rica personalidad del compositor británico. Salvo la Fantasía sobre Tallis, pocas veces se programa entre nosotros la obra de este autor de nueve sinfonías, el número misterioso desde que lo practicara Beethoven.
Recuerdo lejanamente alguna interpretación de la Sinfonía londinense (que dirigió Süsskind, con la Orquesta Nacional de España, en 1952), y quizá la Sinfonía del mar, que, con la Pastoral, anteceden a la Cuarta sinfonía en fa menor, escuchada ahora, que se estrenó en 1935. Página consistente, sin las inclinaciones folclorísticas practicadas por Williams en otras ocasiones, la obra se balancea entre la larga serenidad y un ímpetu expresivo de sentimientos profundamente íntimos, y se expone con lógica constructiva, coherencia idiomática y asimilación verídica de la herencia romántica, por una parte y del pasado británico, por otra. La versión de Pearce y la RTVE rindió cuanto fue posible, dados los ensayos, la complejidad de la partitura, la extensión y el carácter de primera interpretación por la orquesta. Quiero decir que, sin mayores perfecciones, la sinfonía se escuchó con comodidad y fue aplaudida.
Después del concierto, los fundadores del premio ganado por Hugh Tinney, el Paloma O'Shea, reunieron al mundo musical madrileño para presentar el disco grabado -en colaboración con Radio Nacional- por el pianista irlandés para la firma Decca. Enteramente consagrado a obras de Liszt, viene a ser una avanzada de las conmemoraciones centenarias del gran músico húngaro, nacido en 1811 y muerto en 1886.
Tinney ha logrado versiones de primer orden de la Bendición de Dios en la soledad, Valses olvidados, Chasse-neige y la Sonata Dante, gracias a conceptos que someten el virtuosismo a la idea, si es que el virtuosismo no es parte de ella. El fidelísimo registro digital, introducido ya en RNE, se debe a los técnicos Barcos y Garrido, de RNE, y a Eado, de la Decca; el editing, a Martin Compton, y la producción, a Pérez de Arteaga.
Babelia
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