_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Deudas

Hay lesiones rebeldes, pero ninguna, si se exceptúa el codo de tenista, es comparable a la de la perturbación de identidad. Con esto, el lector habrá inducido en seguida que me estoy refiriendo al V Centeñario del Descubrimiento. ¿Descubrimiento?, ¿encuentro?, ¿genocidio?, ¿civilización? El asunto de ese lado está ostensiblemente mal. No hay modo de lograr, si se pretende excavar la historia, un fruto comestible. Pero el problema es todavía más arduo si se le suma Europa, nuestra insoslayable condición europea y el postulado de asumir tal calidad.Los trastornos de identidad resultan caros. Y no podría encontrarse algo tan lleno de deudas como la actual situación de España avistando la fecha del Mercado Común; implantada, como efecto de un sueño, en el anillo de la OTAN y encima, por la otra borda, autorresponsabilizada de presidir una comunidad con 300 millones de bocas.

En el talante con que en estas fechas se mueve España puede verse a un ser atribulado por'débitos de los que no habla o en los que se le confunde la voz. El Mercado Común, por ejemplo, ha sido oficialmente un tema reprimido. Se firmó el acuerdo, llegó el verano y apenas hasta ahora ni una palabra más. Si se trata de la OTAN, la misma verborrea es el desconciertp mismo. Finalmente, en cuanto a Latinoamérica, el propio trastorno de identidad ha invertido los términos de la familia. En lugar de seguir España con una prestancia de madre patria, la tendencia es, en los últimos doce de octubre, a pedir nuestro empadronamiento allá.

¿Europa? ¿Los idiomas del assimil en la propia casa? Por lejos que queden los latinoamericanos, ellos guardan todavía el aroma del hogar. Y esto es, con Europa próxima, el nuevo descubrimiento. Casi parece, en términos elementales, que España buscara entrar en la CEE abrazada a los bártulos de un antiguo ajuar. No por gloria, sino por temor a quedar desguarecida. Como esos emigrantes españoles que iban a Alemania con ñoras y latas dé aceite, España parece reclamar de Latinoamérica un refuerzo de identidad. Aunque sea para después, poco a poco, ir vendiendo el suministro.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_