Problemas para que el trasatlántico pueda continuar el crucero
El trasatlántico Achille Lauro tiene problemas para continuar su crucero por el Mediterráneo. Los representantes en Tel Aviv de la compañía Lauro, propietaria del barco, anunciaron ayer que éste llegaría a las nueve de la noche (hora peninsular española) al puerto israelí de Ashdod, en el que tenía previsto fondear antes de que se produjera el secuestro.Desde Ashdod, el trasatlántico debía proseguir hoy viaje, a pesar de lo cual seguía anclado ayer por la noche en Port Said, y las autoridades egipcias no parecían dispuestas a dejarle zarpar porque deseaban investigarlo.
Los 16 españoles llegados a Roma desde El Cairo tras haber escapado, por encontrarse en tierra, al secuestro del buque, decidieron ayer por la mañana continuar el crucero. Para ello salieron de Roma, camino de Tel Aviv, en un DC-9 de Alítalia fletado por la compañía naviera. Según fuentes del aeropuerto romano de Fiumicino, 548 de los 607 pasajeros que llevaba el buque continuarán su viaje de placer, como estos españoles.
El embajador de España en Roma, Jorge de Esteban, que les esperó en el aeropuerto junto con el cónsul, José María Moro, les propuso tres posibilidades: salir inmediatamente para Madrid y Barcelona, viajar a Génova (los que hubieran dejado allí sus automóviles), y regresar al crucero.
Los españoles
Desde el primer momento, todos los españoles, menos un matrimonio de Barcelona, optaron por continuar el viaje de recreo. En el caso del matrimonio de Barcelona, la esposa quería continuar, pero el marido, que aparecía nervioso y cansado, prefería volver en seguida a España. Ganó la mujer, y también ellos partieron para Israel con el resto del grupo.
El único momento de duda de los pasajeros españoles se produjo cuando supieron que el Achille Lauro estaba siendo inspeccionado por hombres ranas ante el temor de que el comando palestino hubiera dejado explosivos en el buque antes de abandonarlo. Algunos pidieron al embajador que se les diera garantías de que la compañía Lauro les devolvería parte de lo que habían pagado por el crucero si desistían de continuarlo. Pero cuando los fletadores del trasatlántico respondieron que no devolverían ni un céntimo a los que no continuaran la excursión, todos los españoles decidieron subirse al avión para Tel Aviv.
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