_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Terrorismo francés

LA DECLARACIÓN del primer ministro francés, Fabius, de que el ex ministro de Defensa, Hernu, y el expulsado jefe del servicio de espionaje, almirante Lacoste, tomaron la decisión del atentado contra el Rainbow Warrior reafirma oficialmente una conclusión ya obtenida. El resultado es que Francia ha cometido un acto terrorista en un país extranjero, que ha costado la vida a un inocente y ha destruido una propiedad privada que tenía un carácter emblemático: el del ecologismo y el pacifismo antinuclear.Se puede hablar de terrorismo de Estado cuando lo cometen un ministro en funciones y el jefe de seguridad exterior; y aun así no queda claro hasta dónde pueden llegar las responsabilidades reales. La oficina del primer ministro y el gabinete militar del presidente de la República han firmado la concesión de fondos de la operación, y es difícil creer que un hombre de la autoridad y responsabilidad de Mitterrand no haya tenido conocimiento previo de la operación.

Toda la argumentación de Fabius es débil y peligrosa. La idea de que los culpables lo hicieron "animados por lo que creyeron que es el interés de su país" envuelve una atenuante cómplice; y la de que los equipos ejecutores no son responsables porque cumplían órdenes invierte una serie de valores éticos que Francia impulsó en Nuremberg y convirtió en doctrina cuando los acusados fueron los militares alemanes.

En cuanto a su ufanía por el hecho de que por primera vez un Gobierno reconozca oficialmente la verdad, el alborozo queda empañado porque esa verdad ha tardado dos meses y medio -el ataque se perpetró el 10 de julio- en ser aceptada oficialmente, y tras una tensa campaña en la Prensa de todo el mundo. Durante ese tiempo el gobierno francés ha estado mintiendo. Faltan razones para creer a Fabius y a Mitterrand. La hipótesis que también se ha emitido de que el Gobierno y la presidencia de Francia no tuvieron el menor conocimiento del asunto y fueron desbordados por una acción militar secreta, no es fácil de sostener, aunque tampoco hay que descartarla.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Faltan seis meses para las elecciones y todo esta tenebrosa historia aumenta el peso de la impopularidad sobre el Gobierno. Es posible que muchas personas en Francia compartan secretamente la acción y muchas más su propósito último, tendente a sostener el crecimiento del armamento nuclear y en el que están de acuerdo todos los partidos políticos del Parlamento. Pero lo que no van a perdonar nunca es el escándalo mundial, la rotura de una imagen de Francia, la torpeza de la acción, las mentiras continuadas y la manera de arrojarse la responsabilidad unos a otros. La derecha, que patrocina este nacionalismo nuclear y que tradicio nalmente es aliada del Ejército, ataca por ese enorme desgarrón que ha padecido la estampa francesa. Por su parte la izquierda empalidece y quiere desolidarizarse rápidamente del suceso.

Un suceso que ha abierto demasiadas pistas como para que termine aquí. Habrá nuevas confidencias, revelaciones o descubrimientos que no serán tampoco necesariamente la verdad. Sea como sea Francia ha cometido un acto de terrorismo prevaliéndose de medios militares, preparado con la estrategia del Estado Mayor y en el territorio de un país extranjero, como es Nueva Zelanda.

Este hecho en sí, en un mundo que se esfuerza por combatir la violencia política y en un clima en el que se procura la limitación o el desarme nuclear, es de una gravedad que no se atenua con indemnizaciones y despedidos de empleados.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_