Polémica reunión de nazis con veteranos de EE UU
La pequeña localidad bávara de Bad Windsheim ha sido escenario la semana pasada de una reunión que ha provocado indignadas protestas de las asociaciones de víctimas del nacionalsocialismo en todo el mundo. Más de 600 antiguos miembros de las Waffen SS nazis han desarrollado allí un encuentro de confraternización con medio centenar de veteranos de la 70ª división norteamericana.
Allí estaban antiguos miembros de la División Alpina Norte Waffen SS, creada en 1941 con unidades de la tristemente célebre División 3 Totenkopf (calavera), encargada de vigilar los campos de concentración, con sus otrora enemigos norteamericanos.Los encuentros se efectúan desde 1977, cada dos años, alternándose con viajes de los veteranos nazis a EE UU, donde son "acogidos con enorme cariño" por sus antiguos adversarios, según explica el presidente de la Asociación Tradicional de la Antigua División Alpina Norte Waffen SS, Wilhelm Grottenstroeter. Éste -Willy, para los amigos- ha llevado todo el peso de la organización y se ocupa de coleccionar los artículos que en contra de sus actividades aparecen en la Prensa. Herido al final de la guerra en la base del cráneo, con una gran cicatriz que le hunde la nariz, este hombre de 63 años, que ingresó voluntario en la división Totenkopf, no comprende que "esta reunión de viejos camaradas" pueda molestar a nadie.
Sin embargo, así es. Asociaciones judías y antifascistas solicitaron la prohibición del encuentro por tratarse "de un nuevo intento de lavar las manos de las SS, presentándolas como una simple un¡dad militar". El presidente de la Asociación Internacional de Resistentes (FIR), Alix Lothe, calificó la reunión como "una indignante provocación e insulto a la memoria de las víctimas del fascismo". También el cazanazis judío Simón Wiesenthal solicitó a autoridades norteamericanas y alemanas que impidieran los actos. El Gobierno alemán alega que se trata de una organización legal. Para los viejos veteranos el motivo de las protestas es otro menos moral y de mayor actualidad política: "Está claro que se trata de boicotear nuestro encuentro con los americanos para introducir otra cuña entre EE UU y Alemania. Acompañados de sus mujeres, los camaradas se saludaban en las tabernas y, entre innumerables cervezas, conversaban sobre "aquellos tiempos duros".
En Bad Windsheim, a unos 50 kilómetros de Nuremberg, donde Hitler celebraba los congresos del partido nacionalsocialista, reina la tranquilidad. Según un redactor del periódico local, la reunión de las Waffen SS deja al pueblo una media de 400.000 marcos. (24 millones de pesetas). El alcalde, socialdemócrata, Othmar Schaller, es consciente de lo impopular que resultaría poner impedimentos a este encuentro. Por ello, desde que tuvo acceso a la alcaldía, en 1979, se inhibe en esta cuestión.
Con la Prensa extranjera los camaradas de las Waffen SS se muestran, por lo general, muy locuaces. Destacan el valor de la reconciliación entre dos fuerzas que se combatieron e insisten en su carácter militar. Estuvieron destinados mucho tiempo en Laponia, por lo que, aseguran, no mataron judíos. La acusación de que en Finlandia quemaban sistemáticamente las casas y ametrallaban a los civiles es "una calumnia".
El hecho demostrado de que su comandante Friedrich Krueger mandó ejecutar a 162 hombres, mujeres y niños judíos en Polonia y participó en la represión del levantamiento del gueto de Varsovia no les atañe, ya que ellos dicen no haber estado presentes.
Respecto a dos famosos crímenes de guerra cometidos por la Waffen SS en la localidad belga de Malmedy en diciembre de 1944 y en el Sarre en las últimas semanas de la guerra, al ejecutar a 71 y 12 prisioneros de gurra norteamericanos, todos ellos coinciden en que "aquellos episodios no han sido jamás aclarados".
De la persecución y exterminio del nacionalsocialismo lo que más le conmueve ahora, 40 años después, a un viejo austriaco, voluntario en las SS desde 1934, es el recuerdo de un compañero que se suicidó al saber que tenía antecedentes semitas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.