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El Gobierno basa su política económica para 1986 en un fuerte aumento de la inversión privada y del consumo

La política económica diseñada por el Gobierno para 1986 pretende acelerar la expansión del consumo (1,5% de aumento) y de la inversión privada (más 6%), así como mantener el empleo. El valor añadido en la producción o producto interior bruto (PIB) debería crecer el 2,5% y rebasar los 32 billones de pesetas. Para avalar estos objetivos, los excedentes empresariales volverán a subir este año el triple que los costes salariales, a una tasa monetaria próxima al 20%. En 1984 aumentaron el 22%, según la Contabilidad Nacional, cuya estimación será superada por datos más parciales del Banco de España.

Resumidos en el cuadro macroeconómico que presentará el Ejecutivo a las Cortes el próximo lunes, junto a los Presupuestos Generales del Estado para 1986, los grandes objetivos han sido elaborados sobre la base de que el sector exterior tendrá una mínima aportación a la actividad económica. Como el comercio internacional presenta mejor cara, las exportaciones de bienes y servicios podrían pasar desde el aumento real del 2% esperado para 1985 hasta un 5%. Pero la propia recuperación interna, combinada con el inicio del desarme arancelario frente a CEE, también podrán casi duplicar la tasa de aumento de las importaciones (desde el 2,5% al 4,5%).

Los motores

Por ello, el Gobierno, a la hora de buscar un nuevo motor del crecimiento económico, ha previsto que deberá ser reforzada la sustitución del sector exterior por el consumo y la inversión privada. En este sentido, acentuará la línea trazada para 1985, cuyos objetivos han tenido que ser rebajados, por un menor impulso del consumo y por la debilidad del exterior. Para el consumo, la política enmarcada en los Presupuestos de 1985 aspiraba al 1,3% de aumento; ahora el Ejecutivo reconoce que va, como mucho, camino del 1 %, pese al impulso recibido desde el verano con la baja de retenciones y la desaceración de los precios. En las exportaciones, el primer objetivo era el triple de lo se conseguirá.Para apoyar dicha sustitución, similar a la que inspira las políticas presupuestarias de la CEE, el Gobierno ha elaborado unos Presupuestos más restrictivos que en años anteriores, cuando dejaron de ser un incentivo a la actividad total y empezaron a actuar como freno, a pesar de que el consumo público mantenía tasas altas. Debido sobre todo al lastre que suponen las cargas financieras de la deuda, la inversión pública estatal bajará cerca del 8% en pesetas de 1986: casi un 20% en términos reales, pues entre inflación y crecimiento económico el aumento monetario del PIB será del 11%. En cuanto al consumo del Estado y de otras instituciones, el último cuadro prevé un aumento del 1%. Pero en los manejados hasta el jueves se hablaba de un 2%, y los Presupuestos expresan previsiones de gasto e ingreso que al final nunca suelen cumplirse al 100%.

Precisamente la decisión gubernamental de subir los sueldos de los funcionarios un 7,2%, frente al 6,5% inicial, contribuirá a apuntalar el aumento del consumo privado, por su repercusión directa y por su efecto indicativo sobre la negociación colectiva. La medida ha sido adoptada sin renunciar a limitar los gastos, el déficit (4,5% del PIB, 1,4 billones de pesetas) y los ingresos (la presión fiscal aumentará 0,7 puntos sobre el PIB).

Los soportes

Sin embargo, los mayores soportes del objetivo de aumentar el consumo privado serán la política de rentas, la menor detracción de ingresos a las familias en el IRPF y la esperanza de mantener el nivel de empleo, por primera vez tras una larga década de reducción. Estos instrumentos han empezado a ser aplicados en 1985, aunque con menor fuerza que la esperada para 1986. En efecto, el Acuerdo Económico y Social ha frenado la reducción de salarios reales; aunque no ha impedido que vuelvan a bajar en 1985, su cláusula contra el incumplimiento del 7% de objetivo de inflación supondrá que varios millones de asalariados cobrarán en 1986 una paga extraordinaria, además de garantizarles la revisión salarial entre el 7,2% y el 8,5%. Ambos factores y la nula destrucción de empleo permitirán que los salarios crezcan al menos un punto por encima de la inflación, salvo que ésta se dispare con el IVA.También crecerán por encima de la inflación las transferencias sociales, debido al 8% previsto para las pensiones y al aumento en el número de pensionistas. Con el añadido de los beneficios obtenidos por empresarios autónomos o por el corte de cupón de los accionistas, la renta disponible podría crecer cerca del 10% y dejar margen al 1,5% de aumento en el consumo.

En cuanto a la inversión, la aceleración de su crecimiento estaría justificada por las mejores perspectivas para el sector de la construcción, los procesos de renovación motivados por el ingreso en la CEE y, sobre todo, el fuerte aumento de los excedentes empresariales y la mejora en la disponibilidad de crédito. El último avance de la central de balances del Banco de España, relativo a 1.800 de las 4.000 empresas que aportarán información sobre 1984, indica que el incremento de excedentes fue superior al 22% estimado por la Contabilidad Nacional. Pero las estimaciones sobre 1985 vuelven a ser espectaculares: el aumento se aproximará al 20%, mientras que los costes laborales unitarios han moderado su aumento al 5%.

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