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Tribuna
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Mala prensa para un burlador

Es evidente que Don Juan provoca antipatía. Tanto en hombres como en mujeres, la donjuanía produce reacciones adversas y hay quienes le consideran una estafa.Poco o nada se habla de que Don Juan es un profesional de la autodestrucción y que su mayor víctima es él, como gran insatisfecho, explorador de pasiones efímeras y con una personalidad insegura. De ahí que nazca y se desarrolle en la teatralidad donde sus comportamientos se desentrañan en función de los personajes que entren en acción con él. Como buen narciso, es imposible que se enamore más que de sí mismo y su misoginia no es más que un reflejo de la de sus autores.

La donjuanía como mito no es más que la insatisfacción que se produce en el hombre que no se adapta a la moral de su época. Don Juan no burla a mujeres que, en el fondo, anhelan someterlo a las normas establecidas; Don Juan, se rebela contra todas las religiones, contra todo poder establecido, contra el respeto católico por los muertos, contra la mojigatería de todas las épocas, contra todo lo que suponga acotar las diferentes expresiones del hombre.

Es la sociedad la que le aplica el castigo por salirse del dictado moral, un castigo que en Tirso de Molina, Molière o Mozart no deja posibilidad al arrepentimiento y que aún hoy no nos deja ver al personaje, que, como dice Marsillach, tiene dentro un poder de fascinación increíble, digna de admiración y simpatía.

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