Batallas
Hoy voy a hablarles de dos modestas batallas, de dos historias delirantes. Uno de los combates empezó hace meses en un instituto de formación profesional gallego: cuando varios profesores del centro tuvieron la ocurrencia de realizar unas charlas educativas sobre sexo, con psicólogos y psiquiatras a cargo de ello. Como complemento proyectaron unas diapositivas, aprobadas por el Ministerio de Sanidad, que explicaban el intríngulis de la reproducción y de la anticoncepción. O sea, lo normal. El resto, conociendo el percal de este país, es previsible: la asociación de padres de alumnos (APA) presenta una denuncia, habla de pornografía, de agentes infiltrados en el instituto, monta el cirio. Resultado: 17 profesores han sido expedientados. Y una ironía añadida: el problema empezó en los cursos de administrativo, en donde el alumnado es en su mayoría femenino. Al parecer, a la APA no le preocupó la formación sexual de sus hijos varones, porque en los otros cursos no hubo escándalo. Pero pretender enseñar a chicas entre los 16 y los 19 años cómo es su cuerpo y cómo evitar un hijo no querido es por lo que se ve algo perverso. Quizá la APA prefiera el aborto clandestino y carnicero.La otra historia comenzó hace tres años en un instituto de enseñanza media andaluz, cuando los profesores y alumnos a cargo de la revista del colegio decidieron publicar las pintadas de los retretes del centro: una vieja tradición ésta, la de las pintadas escolares gorrinonas, que todos hemos leído, si no escrito, en nuestros años infantiles. La intención era clara: ridiculizar y exorcizar esta literatura mural para acabar con ella, objetivo que, por cierto, consiguieron. Pero aquí aparece de nuevo la APA justiciera: una decena de padres (y hay 700 alumnos) denuncia el caso, y el ministerio fiscal añade otra denuncia por su parte. Ahora la APA ha retirado la acusación, pero el fiscal prosigue erre que erre, pidiendo penas crujidoras. El juicio se verá el día 12. Al parecer, lo decente es criar niños morbosos que escriben procacidades a escondidas: la indecencia reside en hablar de ello. Qué país tan hipócrita y enfermo.
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