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42º Festival de Venecia

La Mostra espera a John Huston para apostar por un ganador

Mientras la Mostra se entretenía con una fiesta de la Cruz Roja en la que se proyectó, en versión original, Pasaje a la India, con la asistencia de príncipes y princesas, la Mostra espera el estreno europeo del último John Huston - Prizzi's honor - para saber si debe cambiar sus apuestas respecto al futuro ganador del León de Oro. Lo que sí es seguro es que ni la holandesa Pervola ni la checa Frau holle debieran modificar el pronóstico.

La película holandesa y el filme checo han sido las últimas atracciones del certamen de Venecia, que llega a su recta final sin claros favoritos para la hora de los premios y dispuesto a seguir sirviendo de base para una especie de concentración marbellí de famosos personajes de la jet set y de la propia industria del cine.Ambos filmes transcurren en paisajes nevados y ambos recurren a la fábula como forma. Pero Pervola, de Orlow Seunke, pone en escena un drama familiar entre dos hermanos -el rico y el pobre, el integrado y el marginal, el comerciante y el artista- que se enfrentan a la muerte del padre. Aunque el arranque hacía temer lo peor a través de unos cuantos goterones del más tópico humor teutón, luego la película, gana en interés, hasta lograr que nos desentendamos de ,su mensaje, un obvio canto a la reconciliación gracias a la experiencia.

Cuento de hadas

Frau holle, de Juraj Jakubisku, es un lírico cuento de hadas para niños, una mezcla de hermanos Grimm, Cenicienta y Fellini, una variante bratislava, de la pastelería vienesa. Porque ése era el peligro, que tanta magia y poesía acabaran por indigestársenos, y eso es lo que ocurre.Aunque la película no es irritante y resulta agradable porque cumple con las necesidades masticatorias del ojo -cambio de decorado, tono y trama cada diez minutos-, en ningún momento la magia de la que se reclama defensora se apodera de la pantalla.

Que los personajes vuelen, que Giulietta Masina haga nevar cuando lo desea o que el arco iris brille para celebrar el amor de unos novios no es motivo suficiente para hablar de Jakubisku como del Fellini checo. Claro que el director se empeña en invocar el estilo del genio, y por eso elige como protagonista de Frau holle a la inolvidable Gelsomina de La strada, o aparecen a media función unos artistas de circo hablando en italiano. Fellini nunca es empalagoso, y Jakubisku lo resulta casi siempre.

Fuera de concurso, entre los filmes destinados a ser explotados en la pequeña pantalla, se ha exhibido La muerte de un viajante, de Arthur Miller, dirigida por Volker Schlöndorff y protagonizada por Dustin Hoffman. La puesta en escena fabrica un espacio fantástico y procura dar la razón a la frase definidora de la personalidad de Willy Loman: "Un viajante debe soñar. Los sueños forman parte del oficio".

Aunque la interpretación sea de corte naturalista, la manera de abordar la obra no lo es y procura, quizá, una nueva visión del ya mítico personaje creado por el dramaturgo Arthur Miller, menos ácida para con el american dream y más dura con todo lo que son deseos e ilusiones humanas. La performance de Hoffman es muy discutible. Los recursos teatrales los ha mantenido para esta representación filmada y aparecen un tanto exageradas sus maneras de anciano. En conjunto, no puede decirse que la propuesta de Schlöndorff resulte globalmente acertada.

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