LA ELIPSE
19 lunes
Hemos salido perdiendo con la ley del aborto. Hemos cambiado Londres por Oviedo, que no hay color. Antes, la cabecita loca lo resolvía todo por 50.000 pesetas, mediante el charter/aborto, y además nos enviaba una postal de Picadilly desde la clínica. Ahora recibimos postales de Oviedo, que yo ya hago colección y tengo una muy bonita de los almacenes Uría. En cuanto a las abortistas pictóricas, en vez de un Turner postal mandan un Piñole. O sea que hemos conseguido, señor Lluch, el aborto hortera. Yo prefería mandarlas a Londres. En esto, y no es por nada, la derecha tiene razón que le sobra, afeando el aborto del Seguro: era mucho más londinense el suyo.
-Si de algo quiere uno está seguro en la vida es de que es el padre de sus hijos -me dice Julio de Benito, el jefe de casi todos los telediarios que se teledán. Yo no los veo porque él me los cuenta, antes o después de que hayan salido al aire, por los mesones cervantinos adonde me lleva a cenar. -Ustedes los hombres, socialistas o no, siempre tan misóginos -salta doña Sagrario-. Encima quieren tener el derecho a ser los padres de sus hijos, como si los hubieran parido ustedes.
La pomada, este verano, va a Marbella a molar y a Oviedo a abortar. Es de esperar que Ana Belén haga en seguida una película titulada Españolas en Oviedo, denunciando el aborto pobre, frente al aborto de toda la vida, o sea el de la derecha, que, como digo, era mucho más londinense. Es lo que le pasa al socialismo, que no tiene glamour. La justicia está en la izquierda y el glamour en la derecha y en Marbella. Sobre todo en Marbella, como reflejan, mediante su pasmo hortera ante el amor y el lujo, algunos obispos y algunos liliputs del gacetillerismo costeño (cortos de estatura mundana). Claro que más de una madre legal ha abortado en el taxi, camino de La Paz, porque los gitanillos limpiaparabrisas y espontáneos prolongan folklóricamente la alegría del semáforo con 40 años a la sombra.
21 miércoles
Carta de Francisco López Maíllo, el violador del Ensanche de Barcelona, desde el trullo. Los violadores nos carteamos mucho. Yo he tenido la fachada gloriosa de pintadas en rojo y negro -colores stendhalianos el siglo pasado, falangistas en éste- que decían "Umbral/violador". Se lo agradezco a las feministas como promoción, pero mi entrañable amigo y vecino Carey lo ha mandado quitar durante mi ausencia de Madrid. Como placa profesional, tipo "dentista en el entresuelo", me aportaba una clientela para la que ya no doy. Maíllo violó muchas víctimas de solar, pero apenas se sabe de ninguna, prácticamente, que quedase embarazada. He preguntado en la cola de un autocar de mujeres que salía para Oviedo y ninguna era un caso/Maíllo. La violación acelerada e irregular no suele engendrar: una coartada menos que tienen las abortistas para conocer Oviedo. Maíllo me define su caso como "un tanto peculiar". No puede decirse que no sea un violador objetivo incluso consigo mismo.
23 viernes
Modesto Roldán, el gran creador pictórico de fetiches eróticos que tenemos en el Mercado Común (ha vivido siempre en Bélgica), me lo tiene repetido:
-Mira, Umbra, todas las entradas al gótico son vaginales.
-Cuidado, no te "escuche" doña Sagrario.
-¿Y quién es doña Sagrario?
-Una especie de Ruskin español con belcor.
Comprenderán ustedes que un país que ve vaginas hasta en el gótico es un país de saltatumbas, violadores, follamadres y follamuertas. El prerromántico Cadal so es fama que sacó su novia de la tumba para echarse un baile con ella. Los españoles siempre pensamos que, sexualmente, no hay muerta como la propia. Estábamos, pues, necesitando la ley de aborto más que nadie. Sólo que el aborto le ha salido a Lluch pobre y ovetense. Así la jet cronificada por algunos liliputs podrá seguir abortando en Londres, que es lo decente.
25 domingo
Lo dice Berlanga en una sensata glosa a un libro mío, y me lo tiene advertido muchas veces:
-La penetración es falocracia, Umbral. Olvida la penetración.
Debieran sacarle a Luis en andas, las antiabortistas, como patrón de ese fanático gremio. Sin falocracia es difícil que salga viaje a Asturias, como no sea para besar a la Santina (derecha nacionalcatólica) o para besar a Juan Cueto (izquierda tecnológica). Cada ministro, si ustedes se fijan, ha sacado una ley, ha sido el Sísifo de su piedra (me refiero a los que molan): Fernández Ordóñez: Fiscal y Divorcio; Maravall, LODE; Lluch, Aborto, y en este plan. Pero los fundamentalistas escriben todos los días que Franco hacía más pantanos. Claro. Los pantanos se hacen con cemento, o lo que sea, y las leyes se hacen con ideas. Conchita Montes estrena La estanquera de Vallecas, en el Martín, neosainete cheli de Alonso de Santos. Es la primera vez que Conchita me hace de gran-dama-de-la-escena, y le sale muy bien la estanquera. A lo mejor es que todos llevamos un socialista dentro. A lo mejor, como hubiera dicho Lacan (parairaseado):
-El socialismo es el discurso del Otro.
El biólogo francés René Friedman ha venido a explicar la fecundación in vitro como remedio contra la esterilidad. Pero el episcopado francés (en todas partes tonsuran obispos) está en contra de este humanitario y científico remedio, según "La Documentation Catholique". Son contrarios a la donación de ovocitos. A la estéril no la permiten remediarse (María Asquerino está ensayando Yerma para el otoño) y a la involuntariamente fecunda no le permiten, tampoco, el remedio inverso. Son leyes contradictorias. La Iglesia es que no se aclara, porque la ciencia, y la sencilla vida, van siempre más de prisa. Hay una guerra sorda entre cardenales y ovocitos. ¿Habrán creído los cardenales que los ovocitos son marcianos? Antes los rojos, luego las abortistas, y ahora los ovocitos. Es lo que dice doña Sagrario: "La Iglesia siempre en Cruzada".
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