Paloma O'Shea presenta su concurso mundial de piano
A las actividades incesantes del festival y de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo el verano santanderino añade otra muchas. Así, una espléndida floración de exposiciones: la magnífica de Fernando Zobel, en la Fundación Botín; la Antológica de escultura, en la galería Sur, o la preciosa de Gloria Torner, en la sala Blanchard. Además, surgen con frecuencia acontecimientos tan significativos como el acto de presentación en el palacio de la Magdalena, por Paloma O'Shea, del tercer curso de interpretación pianística.Gracias a los cursos, el concurso trienal cobra mayor sentido y se aleja de cualquier concepto meramente virtuosístico, lo que, por principio, repugna a la creadora del curso y del concurso, Paloma O'Shea, pianista ella misma y espíritu abierto a las más plurales in quietudes de la cultura.
Este año, entre el 2 y el 13 de septiembre, dictarán las enseñanzas dos catedráticos de extraordinario prestigio. El vienés Alexander Jenner es profesor en. la clase para concertistas de la Escuela Superior de Viena y titular en los cursos de Baltimore, Osaka y Tokio; en cuanto al español Manuel Carra, uno de los más positivos valores de la pianística y el magisterio españoles, sus discípulos andan ya por el mundo conquistando éxitos y galardones.
Pero el tercer curso se ha planteado otro problema real: el de la interpretación de la música contemporánea, dada de lado por muchos divos o aspirantes a divos del piano, aunque cultivada de manera ejemplar por figuras tan altas como Maurizio Pollini. Suele ser problemática, por carencias en no pocos centros de enseñanza, la misma lectura de las obras actuales. De ahí, la invitación hecha por el curso Paloma O'Shea a Pedro Espinosa para que explique el cómo y el porqué de unas representaciones musicales gráficas no adoptadas por los compositores por puro capricho, sino para mejor comunicar su pensamiento y facilitar la lectura a los intérpretes.
La respuesta a la convocatoria del tercer curso -dirigido, como los anteriores, por Federico Sopeña- ha sido muy positiva: se inscribieron 126 pianistas, 55 como alumnos directos y 71 como oyentes. Una cuarentena, a la vista de sus expedientes, realizarán la prueba de selección, que determinará quiénes habrán de trabajar de modo directo con los profesores. Esos 40 pianistas proceden de 19 países, entre los que se cuentan Estados Unidos, China, Italia, Polonia y Brasil, y España en una proporción del 50%.
La utilidad de los cursos de piano Paloma O'Shea se alaba por sí misma; obedecen a planteamientos rigurosamente meditados, como lo prueba el hecho de que antes de iniciarse el próximo curso se anuncie ya la dedicación del de 1986 a la música de cámara con piano. La Menéndez Pelayo, al patrocinar estas manifestaciones, se apunta al gran estilo de los centros análogos de Europa, en los que la música no constituye adorno, sino estudio; no es simple fruición estética, sino efectiva preocupación intelectual.
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