Entrevista con Giovanni Spadolini
Pregunta. Como ministro de Defensa de un país que durante los últimos seis meses ha ostentado la presidencia de la CEE, ¿podría hacer un balance de la colaboración en el terreno de la defensa entre los países miembros de la Comunidad?Respuesta. En la fase actual del proceso de integración europea, la defensa reviste una importancia marginal. Sin embargo, sería injusto afirmar que no se han dado pasos hacia delante: basta pensar en la declaración de Stuttgart, redactada por los ministros de Asuntos Exteriores de la RFA e Italia, señores Genscher y Colombo, y en el proyecto de unión europea elaborado por Altiero Spinelli. Los dos textos que he citado toman en consíderación la hipótesis de una mayor integración de las fuerzas armadas nacionales. En los ambientes políticos más adelantados crece la conciencia de que el problema de la defensa se encuentra en la base de la existencia de una Europa fuerte y unida.
P. ¿Por qué algunos proyectos, como el del avión de combate europeo, no han avanzado gran cosa?
R. Atribuyo estas dificultades al deseo de los cinco países interesados de considerar de una manera más justa las respectivas exigencias nacionales. En los momentos más delicaddos, sin embargo, las discusiones han proseguido en un clima de gran responsabilidad y no se ha llegado a la ruptura. Estos elementos me inclinan a mantener un cauto, pero sincero optimismo.
P. El proyecto Eureka, del que han hablado los doce más otros cinco países europeos estos días en París, ¿puede constituir una buena base de partida para un proyecto defensivo europeo?
R. Las tecnologías avanzadas afectan al sector civil, el militar convencional y el espacial. La interconexión entre lo civil y lo militar está en los hechos, de la misma manera que existe una relación entre la iniciativa americana y el proyecto francés. El esfuerzo que se pide a los Gobiernos occidentales es de tal amplitud y complejidad que impone la investigación preliminar de un hilo conductor único. Una vez más, la UEO es la sede natural donde puede realizarse la convergencia sobre este tema en el respeto de los límites del tratado ABM, de 1972, sobre limitación de sistemas defensivos, que no queremos contradecir de ninguna manera. De todos modos, pienso que será la fuerza de la realidad la que empujará a Europa hacia una coordinación mayor. ( ... )
P. Durante la manifestación europeísta de Milán usted dijo que "ha nacido la Europa económica, pero no la Europa política". ¿Por qué? ¿Qué obstáculos, a su parecer, impiden el nacimiento de una Europa política?
R. La defensa común en Europa aparece hoy como la consecuencia natural de la unidad política y no ya como la primera condición de la que debería derivarse la unidad política. De aquí que la unidad política deba plasmarse en una infraestructura institucional que dé lugar a una voluntad política supranacional. Esta unidad política se manifeitará también, con el paso del tiempo, en el campo de la defensa; pero, hoy por hoy, tiene un papel que jugar por sí misma, porque el vacío existente no es de carácter militar, sino potencialmente político. En el campo económico, el proceso de integración ha dado lugar a grandes conquistas, pero la supresión de las barreras aduaneras no es suficiente de por sí para garantizar progresos decisivos. Sólo con una férrea voluntad política, unida y sostenida por grandes impulsos ideales, podremos culminar la construcción de Europa.
P. En enero de 1986 la Comunidad Económica Europea constará de 12 miembros. Pero ya hay quien habla de realizar la unión europea entre siete o, más en general, con quien lo desee verdaderamente. ¿Se trata quizá de una crisis de crecimiento?
R. Más que de una crisis de crecimiento hablaría de crisis de la vocación europea de algunos países. Por el momento, Grecia, Dinamarca e Irlanda parecen ser los más dubitativos, probablemente por ser también los más celosos de su propia autonomía.
27 de julio
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