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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre Degrelle, otra vez

El espacio limitado de la Prensa no me permite la contestación detallada como quisiera. No obstante, es inevitable resaltar algunas afirmaciones del señor Degrelle. "Las Waffes SS ofrecieron con fe y con valor su vida por su ideal... para salvar del comunismo a sus respectivas patrias y a Europa". Nada podría estar más lejos de la ideología nazi. Extracto de Mein Kempf (Adolfo Hitler): "Toda la cultura está detentada por la raza aria nórdica, que es la verdadera representante de toda la humanidad; por esto, el pueblo alemán debe mantener su pureza racial. La raza germánica es superior a todas las demás, y la lucha contra el judío y el esclavo, contra las razas inferiores, es sagrada".La megalomanía de Hitler y sus camaradas tenía fines muy diferentes, un hecho que yo enumeré en mi carta original y que debido al problema de espacio tenía que ser omitido. Nadie echa eternamente a la cara los horrores de las guerras, sino a una mentalidad que ha sido capaz de inventar fábricas de exterminio a gran escala, eliminar razas enteras, oposiciones políticas, minusválidos, ancianos y deficientes mentales.

Dice el señor Degrelle: "No comprendo bien por qué hay que alimentar los odios sin fin con divagaciones". Es evidente que no comprende o que no quiere comprender. La intención de mi lucha va dirigida precisamente contra una ideología que bajo el pretexto del racismo incitó a un pueblo entero al odio y a cometer los crímenes más atroces imaginables. Consecuentemente, al llamar a las Waffen SS criminales puede que le parezca poco elegante, pero no por ello deja de ser la pura verdad. Menos delicado me parece a mí que declare en la televisión: "Me sentiré unido a Hitler hasta mi muerte".

También mantengo que las unidades de las Waffen SS, denominadas Einsatzgruppe en retaguardia de la Wehrmacht, han sido encargadas de masacres gigantescas.

Por último, gracias por su invitación. Aceptaré encantada, con una condición: que las cámaras de televisión estén presentes, con igual tiempo concedido, para que usted me pueda convencer, como parece estar seguro de ello, y yo, en cambio, expondré mis argumentos para que sea el pueblo el juez de la razón más convincente.-

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