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Vestida de madrugada, con la tristeza del mar en los ojos

La bolsa se muestra incapaz de superar la apatía que preside sus reuniones desde la crisis ministerial. A la pérdida de 20 centésimas de la primera sesión de la semana hay que sumarle otras 14 de ayer. No se ven grandes cambios a nivel inmediato. Es cierto que el papel no presiona, pero tampoco hay dinero a la vista.Los analistas continúan reconociendo su incapacidad para encontrar una explicación a la actual fase bursátil. Después de registrar los niveles mínimos de contratación en lo que va de año durante la segunda parte de la semana precedente, las cifras del viernes (1.116,1 millones) y del lunes (1.170 millones) demuestran cierta recuperación. Pero ahí queda todo.

Los expertos no tienen reparos en confesar que cuando la bolsa se comporta así es porque existe alguna razón, incluso de carácter confidencial. De lo que se sabe, quizá lo más condicionante sean las cifras discutidas para los Presupuestos de 1986, así como la confusa evolución de la peseta en medio del corrimiento de tierras del Sistema Monetario Europeo.

Los analistas parecen coincidir en que un déficit de 1,3 billones de pesetas, como el previsto para el próximo ejercicio, no supone ninguna garantía para la economía española. Sobre todo si se tiene en cuenta que el desequilibrio público no se ha rebajado ni a costa de grandes sacrificios en el tema del empleo. La política seguida por el anterior equipo económico, consistente en poner en la calle a varios cientos de miles de trabajadores, ha repercutido de forma negativa en el nivel de consumo y, por consiguiente, en la reactivación de la demanda interna. Los resultados en la lucha contra la inflación, por lo menos hasta el momento, no han justificado ese alto coste social.

Y aunque los expertos financieros nunca se sienten impresionados por el aumento del paro, ahora están incómodos ante unas expectativas que fomentan las dudas sobre el control real de la inflación, especialmente con la aplicación del impuesto sobre el valor añadido, ya que el déficit público tiene su origen en gastos corrientes, de carácter inflacionario, y no en inversiones productivas. En definitiva, existe una desconfianza generalizada sobre los deseos gubernamentales.

Parece evidente que la actual época vacacional permite realizar acciones de carácter politizante y que los adversarios del Gobierno -coyunturales o de vocación- pueden aprovechar estas circunstancias para echar agua a sus molinos. Pero incluso los neutrales siguen preocupados por el alto precio del dinero. El banco emisor no intervino ayer en el mercado con subasta de préstamos, pero los depósitos a tres meses subieron al 14,2% (frente al 13,93% del lunes) y los pagarés a 90 días se situaron en el 12,82% (frente al 13,10% del lunes).

Aunque el dinero a un día descendió del 13,22% al 10,77% en depósitos y del 12,85 % al 10,5 1 % en pagarés, los tesoros de regulación a tres meses se mantienen al 13%. Todo ello favorece que muchos inversores abandonen sus posiciones en renta variable para colocarse en este tipo de activos por lo menos hasta que pasen los meses de abulia veraniega.

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