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CONSUMO

Las medidas contra el alcohol en la URSS, camino de convertirse en una 'ley seca'

Pilar Bonet

Las medidas antialcohólicas adoptadas a principios de junio en la URSS van camino de convertirse progresivamente en una ley seca ante el escepticismo algo alarmado de los partidarios de "aprender a beber" como solución a un mal que lastra gravemente la economía soviética.

El alcohol ha desaparecido, de momento, de las recepciones oficiales, y las embajadas occidentales en Moscú han recibido una circular advirtiendo que la policía de tráfico cumplirá con severidad sus instrucciones contra los conductores en estado de embriaguez. A la campaña contra el alcohol se han sumado algunas representaciones diplomáticas de los países del Este europeo y, para dar ejemplo, Andrei Gromiko, aún ministro de Asuntos Exteriores, celebró el 40º aniversario de la fundación de la ONU con un acto oficial donde se bebió zumo de tomate, agua mineral y kvas, la bebida fermentada típica rusa.

Mientras tanto, Vitali Fedorshuk, ministro del Interior, se ha pronunciado esta semana en Pravda por la exclusión de los ingresos procedentes del alcohol de la contabilidad de los planes obligatorios de venta que se aplican a los comercios. En éstos se han registrado a lo largo de junio y julio 14.900 infracciones en la venta de bebidas alcohólicas y alrededor de 200 dependientes han sido "retirados" de detrás del mostrador. Entre las causas de la violación de la ley está la obligatoriedad de cumplir el plan de ventas al que contribuyen en buena medida los altos precios de las bebidas alcohólicas, especialmente las de importación.

Ni la venta -restringida entre las dos y las siete de la tarde- ni el consumo de alcohol en restaurantes o en privado están legalmente prohibidos.

En distintas zonas del país se crean "zonas de sobriedad", donde no se permite el alcohol a partir de una "iniciativa" de los ciudadanos. Este es el caso de la zona de construcción del Bam (ferrocarril Baikal-Amur) y del barrio de Alma Ata (Kazakistán) donde se encuentra el aeropuerto local. Un periódico vespertino de Alma Ata señalaba que actualmente las calles están más tranquilas por las noches.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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