Éxito policial
DEBE SER saludada con elogios la acción de la Unidad Especial de Intervención (UEI) de la Guardia Civil, que han logrado liberar, sin disparar un solo tiro, y a escasas horas de su secuestro, al industrial vasco Carasusan, en poder de los Comandos Autónomos Anticapitalistas. La espectacularidad del hecho, la rapidez con la que ha sido obtenida la información previa necesaria y la limpieza de la operación son de destacar.El caso sirve como ejemplo de lo que debe ser una eficaz actitud policial contra el terrorismo, la cual, en combinación con las medidas políticas, resulta indispensable si se quiere vencer esta plaga de nuestras sociedades. Por lo demás, el subsecretario del Interior, Rafael Vera, ha puesto de relieve en unas declaraciones públicas la colaboración habida con la policía autónoma vasca, que ha facilitado las operaciones de rescate del secuestrado.
Frente a las tesis de quienes defienden la guerra sucia o incluso el terrorismo de Estado como métodos de lucha antiterrorista a emplear por un Estado democrático es preciso insistir en la convicción de la superioridad, a todos los niveles, del Estado de derecho y el respeto a sus normas en el combate contra el bandidaje político. Mientras operaciones como la de la madrugada de ayer en Lezo sirven para generar confianza en los ciudadanos respecto a las fuerzas de seguridad, que toda sociedad organizada necesita, los excesos de celo de estas fuerzas, los abusos contra la libertad, la práctica de malos tratos, los errores -a veces con resultado de muerte-, incomprensiblemente disculpados por el poder político y la vulgar solidaridad de la que suele hacer gala el Ministerio del Interior con toda clase de policías -incluso con los que son considerados delincuentes por los tribunales-, perjudican su imagen y la credibilidad del propio Gobierno respecto a sus votantes. Es tan indiscriminada, tan poco inteligente, tan falta de criterios, la, política policial de este Gobierno, que su entusiasmo o su reponocimiento por la operación de rescate de Carasusan corre peligro de ser absorbido por el sin fin de entusiasmos, justificaciones y declaraciones absurdas a las que nos tienen acostumbrados. Por eso es más que de justicia insistir en la valoración de este hecho, cuya multiplicación no es probablemente sencilla, pero sí necesaria, y que merece, esta vez sí, la solidaridad ciudadana y del Gobierno.
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