La deuda producirá estallidos sociales, según Fidel Castro
Desde hace medio año, el líder cubano, Fidel Castro, se ha convertido en el portaestandarte de la bandera del impago de la deuda en América Latina. Para el presidente de Cuba, "la deuda latinoamericana es impagable y debe cancelarse". Esta postura extrema -"yo sí soy radical en el tema de la deuda", ha dicho- es compartida en voz baja por muchos economistas de la región, que sin embargo prefieren entablar una negociación política con los países ricos antes de ir a una suspensión de pagos unilateral o multilateral, propiciando un club de deudores. Algunos de estos economistas se preguntan qué hubiera ocurrido si en vez de Fidel Castro, la bandera de la suspensión de pagos técnica la hubiera abrazado algún estadista menos sospechoso para el mundo occidental, como por ejemplo el radical Raúl Alfonsín o el conservador Julio María Sanguinetti.El presidente Castro, en un reciente congreso de periodistas en La Habana, contestó a esta posibilidad: "Se preocupan más de que Cuba levante esta bandera que de la deuda que tienen que pagar. Absurdo. Vanidad. Tontería, celos. Nosotros le regalamos esta bandera al que quiera levantarla".
En el mes de marzo, Fidel Castro, concedió una extensa entrevista al Excelsior, cuyos aspectos dedicados a la deuda externa han sido editados en La Habana. La tesis del cubano es meridianamente clara: "La deuda de América Latina es impagable y debe cancelarse. Se ha dicho que si la deuda no puede pagarse se desestabilizaría y se hundiría el sistema financiero internacional. No es en absoluto imprescindible que esto ocurra. Nosotros planteamos que los países industrializados acreedores pueden y deben hacerse cargo de la deuda ante sus propios bancos".
Los más endeudados
El presidente cubano devuelve la pelota a los Estados Unidos: "La deuda pública de Estados Unidos en 205 años alcanzó la cifra de un trillón de dólares -cuando hablo de trillón me refiero al trillón norteamericano, que es el equivalente al billón español, es decir, un millón de millones de dólares-. Pues bien, en 1981 la deuda pública de Estados Unidos alcanzó esa cifra; entre 1981 y 1984, es decir, en sólo tres años aumentó en 650.000 millones más y se supone que en 1986 alcance o rebase el segundo trillón. Esto, sin embargo, apenas se menciona en Estados Unidos; no es algo que al parecer preocupe gran cosa. Por el contrario, se hace énfasis en que la economía crece y, efectivamente, se informa que en 1984 se incrementó en 6,8%. Es decir, si nos atenemos a la propia concepción y teoría económica oficial, el crecimiento de la deuda pública no ha arruinado la economía ni ha impedido el crecimiento, tampoco ha impedido el optimismo con que algunos economistas norteamericanos hablan de futuros desarrollos e incrementos de su economía. Si el Estado norteamericano, al igual que otras potencias industrializadas, se hiciera cargo ante sus bancos privados de la deuda de los países latinoamericanos y de los demás países del Tercer Mundo, esto implicaría un incremento adicional de su deuda pública".
La crisis avanza y va a seguir avanzando, opina Castro. Es una ilusión absoluta creer que puede resolverse con simples paliativos, renegociaciones de deudas y recetas tradicionales. "Observo en la mente de muchos políticos latinoamericanos de todas las tendencias un cambio de actitud. Digo incluso que cada vez hay menos conservadores en este hemisferio, porque mucha gente tradicionalmente considerada de derecha y llamados conservadores, organizaciones y partidos, están viendo la gravedad y profundidad de los problemas".
Por último, el presidente Fidel Castro reitera una idea que le obsesiona: "O la deuda se resuelve y la crisis económica se supera, o en América Latina se va a producir un estallido social. Y si me pregunta de qué tipo, yo diría que se van a producir estallidos sociales revolucionarios bastante generalizados".
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