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Alemania Occidental se niega a aplicar una política de tipo expansionista

Andrés Ortega

La República Federal de Alemania (RFA) no quiere convertirse en la locomotora de la reactivación económica por medio de un aumento de su déficit público. Ésta es, en síntesis, la posición del secretario de Estado de Finanzas de la RFA, Hans Tietmeyer, que rechazó ayer en Bruselas, en una reunión de ministros de Economía y Finanzas, las tesis planteadas por la Comisión Europea.

Esta última proponía, en sus cuatrimestrales orientaciones presupuestarias para los diez, que los países con importantes déficits públicos siguieran con políticas de rigor. Pero sugería que la RFA y el Reino Unido, que disponen ahora de un mayor margen de maniobra, se orienten hacia una política de expansión.Tietmayer citó informes como el del Fondo Monetario Internacional, para rebatir las tesis de la Comisión. La RFA considera que tales tesis, de aplicarse, llevarían a aumentar los tipos de interés y a disturbios en los mercados financieros. Prefiere seguir con una política de consolidación del presupuesto y de flexibilidad salarial, acompañada de medidas para reducirla a cargo de los impuestos (en un 0,5% del producto interior bruto, PIB, en una primera etapa, en 1986).

Además, a la hora de escribir, los diez -con la presencia del embajador español ante la CEE, Gabriel Ferrán- estaban intentando fijar el marco de aumento de los gastos de la CEE para 1986 -lo que se llama la disciplina presupuestaria-, de modo que los gastos agrícolas no aumenten más rápidamente que los ingresos de las arcas de Bruselas. Dicho marco-sistema decidido en 1984 no obliga, sin embargo, a gran cosa. Y la discusión versaba más sobre las palabras que sobre las cifras. Sin embargo, los ministros llegaron a un acuerdo de principio en una cifra de presupuesto que se quedaba en 640.000 millones de pesetas por debajo de lo propuesto por la Comisión Europea. Ello no afecta a España, por cuanto a estas alturas todavía no se conoce el coste de la agricultura española.

La 'guerra de los espaguetis'

Por otra parte, la guerra de los spaghetti entre la CEE y EE UU entró ayer en una tregua de una semana, cuando Washington aplazó la puesta en vigor de una subida de los aranceles de la pasta (de 40% para las sin huevo y 25% para las de huevo) importada de la Comunidad.

Esta medida está destinada a contrarrestar -según la interpretación norteamericana- las ventajas arancelarias que la CEE otorga a las importaciones de cítricos provenientes de los países no comunitarios de la cuenca del Mediterráneo, pero no a los cítricos estadounidenses.

En contrapartida, la CEE decidió aplazar su respuesta (que debía haber entrado en vigor ayer) de un aumento similar de los aranceles sobre las importaciones de nueces (30%) y limones (20%) provenientes de EE UU. Los autores de la tregua fueron el comisario europeo encargado de las relaciones exteriores, Lou de Clercq, y el representante de comercio de EE UU, Clyton Yeuter. EE UU y la CEE volverán sobre este tema con ocasión de la reunión del jueves al domingo en Salt Sainte Marie (Canadá) de la cuatrilateral integrada por Estados Unidos, la Comunidad Europea, Canadá y Japón. Entre tanto, prosiguen las conversaciones sobre las limitaciones a las exportaciones de acero comunitario hacia la Comunidad Económica Europea.

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