La CEE, después de Milán
La cumbre de la Comunidad Europea en su reunión de Milán ha finalizado de la peor forma posible. Su intención era trabajar para encontrar caminos que facilitasen y apresurasen la forma de decidir en el futuro, insistiendo y ampliando el papel de voto de la mayoría y por la reducción o restricción del derecho de voto nacional. En lugar de ello surgió una disputa, que no llegó a una decisión, de los seis e Irlanda, alineados contra el Reino Unido, Grecia y Dinamarca. Es dificil concebir en este género de problemas un modo de acción menos apropiado que una disputa o conflicto de voluntades. La preocupación común antes de la reunión era que todos los Estados miembros estaban dispuestos a someterse a la decisión de la mayoría, como contrapartida necesaria para llegar más rápidamente a tomar decisiones. ( ... ) El callejón sin salida entre los que defienden el paso y los que piden orientarse hacia una rápida integración política de Europa es particularmente dañiria para la señora Thatcher. Su Gobierno ha hecho considerables esfuerzos en las reuniones de la cumbre para presentar una posición que fuera pragmática, constructiva y proeuropea; pero sin hacer muchas concesiones a la retórica casi federalista de algunos de los seis, ella pudo llegar a creer que su posición podía convertirse en la base de un compromiso. El resultado muestra que el Reino Unido ha hecho poco, una vez más, para permitir la realización de las aspiraciones integracionistas de los seis y ha subestimado su prolongado resentin-úento a las actuaciones saboteadoras del Reino Unido en otros tiempos. ( ... ) Es posible que los seis estén preparándose para introducir el voto de la mayoría en algunos temas en los que el Tratado de Roma prescribe la unanimidad. Pero es una pura ilusión pretender que con una votación de siete a tres en Milán se pueda determinar la solución de una conferencia constitucional, dejando aparte el proceso de ratificación que cualquier revisión del Tratado requeriría en 12 parlamentos. El Gobierno griego desempeñó un papel perturbador. (...) Al insistir en una elección entre mejoras a corto plazo y reformas a largo plazo, el Gobierno griego ha reducido las posibilidades de ambas.La señora Thatcher debe ahora volver a pensar su posición. Desde el instante que ella atribuye gran importancia a la liberalización del mercado interno de la Comunidad y la remoción de todas las barreras nacionales que impiden la libertad de comercio. (...)
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