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Fin del secuestro del avión de la TWA

Asad necesita que sean liberados otros siete cautivos norteamericanos para redondear su éxito

La mediación siria ha logrado poner en libertad a los 39 rehenes norteamericanos apresados mientras volaban a mediados de junio a bordo de un avión de la compañía norteamericana TWA, pero el presidente Hafez el Asad tiene aún pendiente la liberación de otros siete cautivos ciudadanos de EE UU capturados en Beirut durante los últimos 15 meses.

Su homólogo Ronald Reagan le pidió personalmente por teléfono que hiciese lo posible para poner fin a su calvario. Asad, hace dos semanas, durante una cena, elogió de los secuestradores de esos siete norteamericanos su "firmeza y entrega a la causa árabe e islámica" pero reconoció: "Han rechazado hasta ahora nuestros buenos oficios, aunque no por eso las autoridades sirias interrumpirán sus gestiones".Un comentario del secretario de Estado norteamericano, George Shultz, dio la impresión hace días de que Washington intentaba obtener en la negociación en curso no sólo la liberación de los ex pasajeros y miembros de la tripulación del avión de la TWA, sino la de los otros siete norteamericanos

William Buckley, diplomático; Benjamin Weir, sacerdote presbiteriano; Peter Kilburn, bibliotecario; Lawrence Jenco, sacerdote católico; Terry Anderson, corres ponsal de Prensa; David Jacobsen, director del hospital de la universidad americana de Beirut, y Tom Sutherland, decano de la facultad de Agronomía de ese mismo centro docente, "desaparecieron" entre marzo de 1984 y juniode este año y su secuestro fue reivindicado por la misteriosa Jihad Islámica (Guerra Santa Islárnica).

"No es mi problema"

"No es mi problema", contestó a la petición de Shultz Nabih Berri jefe de Amal, que custodió a la mayoría de los rehenes del avión desviado, porque "ignoro su suerte".Pero uno de sus colaboradores, Zuheir Berro, reconoció que el líder shií "había insistido ante el Hezbollah (Partido de Dios, ultraintegrista), para que le entregue a 11 cautivos", siete norteamericanos y cuatro franceses.

Este grupo radical, que por primera vez un responsable de Amal asimiló con la Jihad Islámica, sólo liberará, según Berri, a dos de sus presos franceses -el periodista Jean Paul Kauffmann y el científico Michel Seurat- cuando haya sido cumplida la principal petición del comando que se apoderó del Boeing de la TWA: la repatriación de los 735 libaneses detenidos en la prisión israelí de Atlit.

Para devolver la libertad a sus otros siete prisioneros estadounidenses, los secuestradores exigen que sean previamente excarcelados los 17 libaneses e iraquíes de confesión shií condenados en Kuwait por haber perpetrado la peor oleada de atentados jamás padecida en el emirato petrolero.

En cuanto a los dos diplomáticos franceses aún en sus manos, Marcel Carton y Marcel Fontaine, sus custodios pretenden que París cambie de política ante la guerra entre Irán e Irak y, concretamente, deje de suministrar armas a este último país. La demanda es prácticamente imposible de satisfacer, pero revela las simpatías proiraníes de los secuestradores.

Berri ha condenado todos los apresamientos, especialmente los de súbditos de Francia, un país que se ha disociado de EE UU y condenado a Israel.

Al margen de estos rehenes, un periodista británico, Alec Collet, que trabajaba para la UNRWA (agencia de la ONU para: los refugiados palestinos), permanece también retenido por -una desconocida organización de musulmanes socialistas.

Por otra parte, ayer se registraron en Beirut violentos enfrentamientos entre los milicianos shiíes del movimiento Amal (Esperanza) y los combatientes del Partido Socialista Progresista (PSP, druso). Los combates, que se prolongaron durante toda la mañana, provocaron la muerte de varias personas y paralizaron la actividad en el sector oeste de la capital libanesa, mayoritariamente musulmán.

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