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Crítica:CANCIÓN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La fascinación del transgresor

La totalidad de las canciones de su nuevo disco (Nudo. Ariola, I 207230), algunas del anterior y una sucinta selección de temas antiguos completan el programa que presenta Luis Eduardo Aute en sus recitales de este verano. Un público expectante y atento que llenaba la plaza de toros de Segovia obligó al cantante a alargar el recital a tres horas con la petición de repetidos bises.Si en la actualidad cada recital y muy especialmente los de los cantantes de éxito, se ha convertido en algo más que una simple su cesión de canciones para convertirse en un espectáculo en el que entran en juego variados elementos escenográficos, Aute ha encontrado para sus presentaciones en directo una solución tan sencilla como ingeniosa.

Concierto de Luis Eduardo Aute

Plaza de toros de Segovia. 28 de junio.

La simple utilización de unas enormes persianas blancas metafizadas, un juego de luces atinado y un decorado del mismo color, estructurado en diferentes niveles, le sirven para construir un espacio escénico de singular claridad y nitidez en el que las canciones, cualquier cosa menos claras y nítidas, encuentran el ambiente apropiado para revelar su atractiva opacidad. Completa el espectáculo un audiovisual, creado sobre cuadros del propio cantante, que abre cada una de las dos partes del recital.

El público, entre el que se encontraba una mayoría de gente muy joven, siguió con premeditada atención unas canciones en las que destaca la complejidad de su mensaje y la estructura literaria. Canciones laberínticas como Vailima o la reciente Quinta del sordo; reflexiones puramente conceptuales como De paso; elipsis casi cinematográficas, Pasa un avión; crónicas cotidianas como Mira que eres canalla y Las cuatro y diez; calurosas proclamas eróticas como No te desnudes todavía, Como en Tahití o El universo; y reivindicaciones de la duda como guía vital, Laberinto de tinieblas y Dudando en la tarde, son seguidas con la atención de quien descubre en ellas los insondables misterios de lo desconocido, de lo que está más allá de la vida aparentemente feliz y segura de todos los días.

Hay en las canciones de Aute un enfrentamiento dialéctico entre los textos, nunca fáciles y rara vez lineales, y las melodías, singularmente nítidas y pegadizas. Si son éstas -y la misma presencia del cantante sobre el escenario- lo que mueve a la fascinación instantánea y a la identificación del público con el artista hasta confluir en el éxito, es el mundo sofisticado, tortuoso y transgresor que expresan los textos lo que acentúa esa fascinación.

Son canciones que abren ante el espectador una experiencia vital que va más allá de los límites de su propia experiencia, una llamada a la aventura -no sólo fisica, aunque también- y al placer de lo prohibido, tantas veces presentido pero tan pocas disfrutado, subvirtiendo los valores más reconocidos de la moral tradicional.

El público lo sabe e interpreta las claves que le ofrecen sumergiéndose en las sugerencias de las canciones con apasionamiento y calor. Aunque al principio de la gira veraniega todavía quedan pequeños detalles por pulir del espectáculo, esto no constituyó un problema para que la comunicación se diera intensamente, entrando en el juego de múltiples sentidos que propone el cantante hasta agotarlo por completo.

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