La influencia de un intelectual
Jaume Vicens moría, hoy hace 25 años, en la ciudad francesa de Lyon, donde era operado de un cáncer de pulmón que le había sido diagnosticado unos meses antes. A los 50 años de edad quedaba interrumpida una de las trayectorias culturales más significativas, influyentes y esperanzadoras del panorama español de posguerra.A pesar de lo mucho que se ha publicado sobre él, aún existen grandes lagunas en su perfil biográfico que una vez conocidas darán la exacta dimensión de su figura. En espera del estudio exhaustivo que su obra y persona merecen, los testimonios, orales y escritos, han sido en los últimos años las principales aportaciones para profundizar y conocer la significación de Vicens.
Su amigo y colaborador Miquel Batllori ha explicado cómo "su muerte impidió que formara parte del Bureau del Comité Internacional de Ciencias Históricas". La revista L'Avenç reproduce en su último número correspondencia inédita con Santiago Sobrequés, José Antonio Maravall y Josep Fontana. La dirigida a Maravall, con fecha 27 de abril de 1960, acepta la propuesta que éste le hacía de colaborar en un monográfico enteramente dedicado a España, de los Cahiers d'Histoire Mondiale de la Unesco.
Más allá de la historia
De Vicens ha transcendido su labor como historiador, su oficio, pero reducirlo a esta única condición sería injusto. Una breve relación de las actividades que realizaba en 1960 nos dan una idea más aproximada de esta afirmación. Ejercía la docencia como catedrático de Historia Económica en la facultad de Ciencias Económicas de la universidad de Barcelona. Vicens, junto con Fabián Estapé, Joan Sardà, Joan Reventós y Josep Lluís Sureda, había sido uno de los puntales que posibilitaron su creación en 1954. Colaborador del semanario Destino. Editor de obras didácticas desde la editorial Teide. Promotor e impulsor de tertulias político-culturales en su casa de la calle Santaló. Reuniones donde orientaba a las nuevas generaciones y cristalizaban múltiples iniciativas que tenían que configurar el futuro de Cataluña. Jordi Pujol, Joan Reventós o Carlos Ferrer Salat son algunos de los que han mostrado su deuda con las enseñanzas de Jaume Vicens. Sirva esta breve lista como recordatorio de una diversidad poco conocida del historiador catalán, en especial su vertiente política.
Las bases de un clásico
La valoración del Vicens historiador ofrece menos dificultades. Los criterios en este terreno son casi unánimes. A destacar, el papel personal que tuvo como impulsor de la apertura internacional de la historiografía española. Durante los años sesenta, cuando en el extranjero se hablaba de la nueva historiografía española o catalana se aludía sin más a Vicens. Fue un hombre inquieto y curioso que tenía una presencia constante en congresos y reuniones internacionales. El IX Congreso Internacional de Ciencias Históricas celebrado en París en 1950 fue el principio de la proyección de Vicens al exterior, a la vez que le permitió un mayor conocimiento y contacto con la escuela francesa de los Annales.
De esta manera, Vicens conecta la escuela de Antonio de la Torre con la de Annales. La Torre influyó decisivamente en la formación histórica de Vicens. Fue el maestro que le enseñó los métodos de la investigación histórica y le sugirió el tema de su gran tesis doctoral sobre Fernando II y la ciudad de Barcelona. La Torre provenía de una escuela muy renovadora en la historia de España, la del alicantino Altamira, que había sabido conjuntar la historia política y diplomática con la de la cultura, las institúciones y la de la civilización.
Sobre estas bases, Vicens fue el primero de su generación en intuir la necesidad de hacer una nueva historia de carácter socioeconómico.
Aproximación a la Historia de España (1952) y Notícia de Catalunya (1954) son la concreción de esa voluntad renovadora. Son obras abiertas a la reflexión, innovadoras en la temática y metodología, que se convierten en programa historiográrico para toda una generación. Inmediatamente Vicens lanza dos grandes empresas colectivas con el objetivo de concretar ese programa: una Historia social y económica de España y América (1957-1959), en cinco volúmenes, y una nueva historia de Cataluña que por razones políticas fue ocultada bajo el título de Biografies catalanes (1955-1961). Obras necesariamente desiguales, con colaboraciones que no encajan en el espíritu de la nueva hístoriografía y que en algunos casos revelan las insuficiencias de las monografias de base -sobre todo en historia económica y social-, fueron, sin embargo un esfuerzo válido de cara a la renovación. Como lo fue también el Manual de historia eco nómica de España (1959), en colaboración con Jordi Nadal, re sultado de los cursos como cate drático de la facultad de Ciencia Económicas de Barcelona.
En el haber de Vicens tampoco puede faltar su papel de receptor e inspirador de los estudiosos extranjeros en España (Pierre Vilar, John H. Elliott, Philipp Wolff, Claude Carrère ... ) o la creación de instrumentos para el desarrollo de la investigación histórica: Centro de Estudios de Historia Internacional (1949), la revista Estudios de Historia Moderna (1951) y el Índice Histórico Español (1953).
Lecturas críticas
Su aportación, evidentemente desborda los límites de los elementos básicos expuestos hast aquí. Son las líneas maestras, in discutibles, del que ya es un clásico de la historiografía española, cuya obra no exige alabanzas sino lecturas críticas. Ahora bien, sin olvidar el marco de incomprensiones, marginación y dificultades en que tiene lugar.
Babelia
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