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La crueldad como fiesta

Extraños en una fiesta

Si a un militante de la defensa de los animales se le pregunta qué opina sobre las fiestas donde sangran o mueren animales, arremete con epítetos de canibalismo, incivilidad, crueldad, sadismo.... Si esa misma pregunta se formula a un antropólogo, su respuesta tiene dos explicaciones. Honorio Velasco, de la universidad de Madrid, precisa, en primer lugar, que no se puede observar una fiesta y analizarla desde fuera. "El ciudadano urbano está acostumbrado a reservar a los espectáculos un tiempo y un espacio ajenos a su vida familiar y de trabajo. Acude al fútbol, el cine, las carreras... durante unas horas y asiste como espectador sin que interfieran su vida social. Esta actitud no es trasladable al espectáculo que él ve cuando contempla una fiesta de quintos o un toro embolado. En estas fiestas el colectivo que las interpreta y se divierte con ellas es parte de ellas. En el caso de las carreras de gallos, la familia realiza una ofrenda a los quintos que se constituyen en grupo solidario. Un grupo que se dispone a asumir una tarea dura e impuesta, asimilable al tránsito de la pubertad a la madurez. Por otro lado, se les pide a los jóvenes que demuestren su capacidad, sus actitudes válidas para su futuro como adultos: la exposición al ridículo (si fracasan), el dominio del instrumento de trabajo (los animales), y, si lo hacen bien (rápido y sin que sufra el animal), el premio a su habilidad; el aplauso". Según Velasco, cualquier otra interpretación será muy brillante pero igualmente gratuita.Françesc Mira, escritor y antropólogo, es, además, aficionado a los toros embolats, tan comunes en su tierra castellonense. Mira prefiere las fiestas de los pequeños pueblos, donde el poder de los Ayuntamientos todavía no se ha inmiscuido en la organización y potenciación artificial del festejo. "En estas pequeñas localidades, donde todo el mundo participa, lo hermoso es que el animal no sufra, se increpa a quien le hace daño y si el toro se quema inmediatamente le echan agua para que no padezca". Según Mira, todo el pueblo es solidario, de principio a fin, en la contratación del animal, en el reparto de sus restos y en la organización incruenta y emotiva de la fiesta.

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