"¡Ah,Iokanaan,Iokanaan!"
Mientras los martes tomamos el aperitivo, un aperitivo televisivo con Terenci Moix, a la fresca, el simpático Terenci está achicha rrándose en el sur del Atlas. Hace escasos días, Terenci tomó el avión de Marraquech en un intento de olvidar aquel amor fou que un buen día le inspirase un Edipo grotowskiano de pelo en pecho y que, después de unos 15 años -15 años de mutua creatividad compartida, altemando la tempestad con la bonanza, una de las historias de amor más preciosas que ha visto la Gran Encisera en los últimos años, comparable tan sólo, por su teatralidad, entre naïf y wagneriana, al amor imposible del albino por la dama de la sombrilla-, ha terminado como el rosario de la aurora.Antes de marcharse, Terenci estuvo almorzando en casa. Me trajo mi ración mensual de vídeos y me mostró la foto del moro que vende limonada en la plaza de Xemaa el Fría, esa plaza que vuelve loco a Juan Goytisolo, el cual aparece en la foto junto al moro y que es quien ha propiciado el encuentro. "¿Dime, Joanet, a quién te recuerda?". A mí, la verdad, no me recuerda a nadie en especial. "Sí, hombre, quítale el gorro". Se lo quito, y nada, que no caigo. "¡Pero si es igualito a Tom Selleck!". "¿Y quién es Tom Selleck?", le pregunto a Terenci. "Pues quién va a ser, ¡Magnum!". Entre paréntesis: Magnum es el personaje de una serie televisiva que emite la televisión autonómica, la TV-3, y que, según dicen, hace estragos entre las señoras Marías que votan a Convergéncia i Unió. "Pues no, Terenci; a mí a quien me recuerda ese moro es a la herrnanastra de Zorba el griego". "Vamos, hombre; lo que pasa es que tú no entiendes de hombres". "Pues claro, Terenci". Y pasamos a hablar de cosas más serias.
Hablamos de la Salomé de Wilde, que la compañía de Núria Espert estrena en Mérida el 27 de junio, en versión castellana de Terenci Moix. Ante todo, hay que recordar que no es la primera vez que Terenci se enfrenta con la Salomé, pues hace ocho años, exactamente el 21 de febrero de 1977, TVE ya ofreció una versión, en catalán, firmada por Terenci, con Núria Espert, de Salomé, y Enric Majó, de lokanaan, dirigida por Sergi Schaaff. Pero la versión que se verá en Mérida -y que luego se presentará en el Grec 85- es mucho más ambiciosa, habiéndose tomado el traductor unas libertades que no se permitió en su primera versión al catalán.
Un platillo volante
"No ha sido nada fácil", me dice Terenci, "dar con un buen reparto". "Se han presentado unos chicos soberbios", sigue diciéndome, "con un cuerpo que daba gloria verlo, para el papel de lokanaan, pero cuando abrían la boca les salía una voz de pito o tartamudeaban. Al final todo se ha resuelto muy satisfactoriamente. Toni Isbert es lokanaan; Carlos Lucena, Herodes; Mayrata O'Wisiedo, Herodías; un hijo de Larrañaga, guapísimo, el joven capitán sirio, y Núria, claro, es Salomé". La dirección es de Mario Gas, "que tiene unas ideas cojonudas", según Terenci, y el espacio escénico, que habrá costado un riñón, ha sido encargado a Ezio Frigerio, el escenógrafo de LiIlusión comique, que Strehler montó en el Théátre de l'Europe, en París: "Un enorme platillo volante con una piscina en medio, con agua y todo", dice Terenci, "en la que está suspendido el cuerpo de lokanaan, con sus carnes de marfil atravesadas por un laser". Toma castaña.
Erotismo de lo sagrado
"Según Núria", me cuenta Terenci, "debido a mi estado de ánimo (la ruptura con Majó), he Emado lo que pudiera haber de cursi y decadente en la versión catalana -y en el texto de Wilde-, para lograr algo más terrible, más sacrílego". "Estoy bastante de acuerdo con la opinión de la actriz", me dice. "Jaime Gil de Biedina sostiene, con razón, que Wilde escribió Salomé en francés para demostrar cuánto francés sabía, y sabía bastante. Pero, al trasladar el texto del Ebro al escenario, y encima en idioma castellano, se impone una dramatización del lenguaje, la utilización de, consonantes fuertes, que propicien un ritmo mucho más violento, más acorde con la música de Strauss, que es lo que a mí me va y como yo siento esa Salomé".
"Liquidado el orientalismo barato", sigue diciendo el traductor, "potenciado el aspecto operístico del texto, he querido poner de manifiesto un cierto erotismo de lo sagrado -ese sacrilegio de que habla Núria-, y para ello me he inventado una escena que no está en el texto original".
Esta escena es un monólogo de Salomé, en presencia de lokanaan, mientras sus esclavos la preparan para la célebre danza de los siete velos, danza que en el montaje de Gas, nada hollywoodiano, va a ser resuelta con una coreografía de Cesc Gelabert.
Salomé, mientras la ponen guapa, le suelta a lokanaan un aria en la que, entre otras cosas, dice: "¿Qué hay en tu sangre que me inspira vida? ¿Es realmente sangre de santo? ¿La besó tu dios antes que yo? ¡Ah, lokanaan, Iokanaan! Tu suplicio enciende en mi carne un dolor más atroz que todas las hecatombes que los sacerdotes ofrecen a los dioses de mármol. ¡lokanaan! Esas joyas son en tu honor. Diríase un brindis de amatistas. Todo mi cuerpo brinda por tu sangre, y jamás se brindó así por otro hombre. ¿Por qué no cedió ante hombre alguno la madurez de mi deseo? He sido fría como la luna, Iokanaan; y, como ella, capaz de asesinar. ¡Ah! Recorrí las tierras negras el infinito Nilo, y a las sombras de las esfinges ignotas conocí los hermosos miembros del beduino tostado por el sol. ( ... ) Recorrí los anfiteatros de la opulenta Creta, los anfiteatros donde atletas desnudos danzan sobre los cúerpos de minotauros feroces, pero los músculos untados de aceites divinos sólo me produjeron el hastío de lo que todo el mundo puede poseer. Y conocí el encanto de los efebos de Siria, que se abren al amor de cualquier sexo ( ... ) Busqué el deseo de los gallardos centuriones del Imperio, deseé el placer entre los mancebos que nadan en las aguas verdes de los oasis de Arabia, quise que me estrechasen los brazos de acero de los gigantescos pescadores del Éufrates, aspiré a sentir mis senos aplastados por la coraza de oro de los potentes capitanes de Nínive. No hubo guerrero feroz ni efebo teñido de púrpura que pudiese romper mi hielo, lokanaan. Ni guerrero, ni efebo, ni pastor, ni levita. Y he buscado en Babilonia y en Menfis, en Cartago y Bitinia. ( ... ) Hasta hoy, lokanaan, hasta esta noche. ( ... ) Nunca me enfrenté a la barrera de lo sagrado, lokanaan. Me enciende ese cuerpo encendido por tu dios; quiero besar esa boca donde acaso dios depositó sus besos. Quiero profanar ese sagrario. ( ... ) Y tú eres tan criminal como la luna, lokanaan; tú eres mi verdugo, porque las barreras contra la pasión constituyen el mayor de los crímenes. ( ... ) ¡Por ti, lokanaan! ¡Por ti mi baile y mi agonía!"
Y mientras los esclavos van a decirle al rijoso tetrarca que todo está listo, la mítica música de Casablanca acuna las últimas imágenes de un Terenci a la fresca. El otro, mi amigo Ramón (Terenci) Moix, mi compañero de tantas noches locas, noches que terminaban, a veces, con un bolero de excepción -Reloj, no marques las horas...-, sigue achicharrándose al sur del Atlas. Suerte de la limonada.
Antes de despedirse me dijo: "El 25 de junio tengo reservada una habitación en Mérida, para seguir los últimos ensayos. Pero si no llego, que no me busquen". Yo le dije que no pasase cuidado y que, a ser posible, me mandase una foto de Ella, de Ayesha, dedicada.
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