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FERIA DE SAN ISIDRO

Apuntes de toreo puro

El toreo puro es como lo hizo ayer Pepe Luis Vázquez, en una faena importante a un toro importante. No fue una faena merecedora de oreja, porque tuvo altibajos, imperfecciones que la afición no perdona, y hace bien, pues la cátedra ha de ser exigen te y en la primera plaza del mundo el toreo debe producirse sin mácula. Pero sí fue una faena re veladora y testimonial, en cuyos apuntes de alta escuela hizo reverdecer los cánones, la hondura y el sabor del toreo auténtico.Hubo mucho toreo en aquella faena a un toro bravo, poderoso y serio, que embestía con nobleza pero también con la aspereza propia de su casta agresiva Hubo mucho toreo en los ayudados por bajo; ayudados a dos manos de los que casi no se ven en la lidia contemporánea, obligando a humillar, ganando terreno. En la pelea de poder a poder entre el toro y el torero, esos ayudados, arqueada la pierna según manda la estampa clásica, empezaban a definir el dominio del torero, que continuó faena adelante, hasta el estoconazo final.

Plaza de Las Ventas

22 de mayo. Novena corrida de feria.Tres toros de Torrealta, bien presentados y con casta; bravo el tercero. Tres últimos de Torreblanca, con trapío, bravucones; inválido el quinto. Curro Romero: dos pinchazos y dos descabellos (pitos); media atravesada y cuatro descabellos (protestas). Curro Vázquez. Pinchazo hondo trasero bajísimo (silencio); estocada perdiendo la muleta (silencio). Pepe Luis Vázquez: estocada (oreja con protestas); media perpendicular (silencio).

Hubo mucho toreo en los pases en redondo, aunque no todos salieran limpios, y lo hubo sobre todo en las series con la izquierda, aún más en la serie de tres ligados en un palmo de terreno, cargando la suerte, imprimiendo hondura desde la naturalidad, adormeciendo la acometida de la res en la magia del temple. Y cuando cerraba la tanda con el pase de pecho, había mucho toreo también. Los pases de pecho que dio Pepe Luis eran a la antigua usanza, sin forzar la postura, pero echándose por delante todo el toro para darle la salida por el hombro contrario.

Y más toreo aún hubo en la faena, que fue de dominio y fue de repertorio, porque el diestro aplicaba a los cambiantes estados del toro la gama de muletazos que tiene definidos la tauromaquia clásica. Unas veces era el molinete girando entre los pitones, otras el trincherazo, otras el pase de la firma, o el cambio de mano en sus distintas variantes. O la serie de ayudados por alto, curvando la trayectoria del muletazo, que remataba detrás de la cadera. Y para cuadrar, la culminación de los ayudados por bajo, acabadamente hondos y bellos, que provocaron el rumor admirativo de los aficionados.

Vino después el estoconazo, cobrado a ley. Y la oreja, que ésa no debió venir jamás, ni la necesitaba el torero. Toreros del corte de Pepe Luis Vázquez no cifran su valía en el número de trofeos conseguidos. Las estadísticas son útiles a los pegapases, que ganan orejas con mayor facilidad y para acreditarse las contabilizan. Toreros del corte de Pepe Luis, en cambio, se acreditan por la calidad con que ejecutan las suertes y eso es lo que les da gloria y lo que se les exige. Parte del público protestó la oreja concedida, con toda razón. Pero terminada la corrida, el regalo era anécdota, mientras permanecían vivos los apuntes de toreo puro con que había construído una faena importante a un toro importante.

Su otro toro, manso reservón, punteaba por el pitón derecho y se quedaba corto por el izquierdo. Porfió sin gracia con ambas manos. Le faltó a Pepe Luis Vázquez la picardía de hacer ostentación del esfuerzo, pues estos mensajes donde la mímica proclama voluntad de agradar, siempre son bien acogidos por el público. O quizá no; quizá fue preferible que se mantuviera tal cual es, con su habitual parsimonia y timidez, y ese conformismo ante la fatalidad tan andaluz; porque si no traiciona su personalidad, tampoco adulterará la autenticidad de su toreo.

Otro caso de personalidad, -bien distinto, por cierto es Curro Romero. En ella tiene su fortuna y le da lo mismo estar bien que estar mal. Mejor dicho, le conviene estar muy bien o estar muy mal; las medias tintas le matan. Ayer mantuvo su categoría porque estuvo muy mal. Le tiraron un chaparrón de almohadillas, y cada una de ellas valía por un billete de mil, pues consolidaban su leyenda.

La corrida salió deslucida, especialmente para Curro Vázquez, que aguantó las tarascadas de su primer toro en una faena muy responsable y valiente. El otro estaba inválido, se tumbó dos veces, y era imposible torearlo. Excepto en unas verónicas, Curro Vázquez exhibió poco de la calidad que atesora y mucho, en cambio, de un valor que debía tener escondido.

Los toreros de arte son así de desconcertantes. Pero todos tienen su sello. Basta que se les brinde la ocasión y hacen el apunte del toreo puro, que es el que engrandece la fiesta. Como Pepe Luis Vázquez ayer.

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