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A los 40 años de la derrota nazi

La izquierda europea abuchea las referencias de Reagan a Centroamerica y a la 'guerra de las galaxias'

Soledad Gallego-Díaz

El presidente Ronald Reagan conmemoró ayer el 40º aniversario del armisticio con un discurso ante el Parlamento Europeo, el primero que pronuncia un estadista norteamericano ante la Cámara que representa a los pueblos de los 10 países miembros de la Comunidad Económica Europea. El acto, concebido como uno de los momentos culminantes de su gira por Europa, no escapó al clima de polémica que ha rodeado todo el viaje. Numerosos diputados de izquierda le interrumpieron con abucheos siempre que se refirió a América Central y a la guerra de las galaxias.

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Un pequeño grupo de parlamentarios ecologistas colocó pancartas con inscripciones como "fuera de Nicaragua" y "no a los Pershing, no a los misiles de crucero", y otro pequeño grupo, integrado por socialistas y verdes, abandonó ostensiblemente el hemiciclo.El discurso, de 25 minutos de duración, respondió a las expectativas levantadas: el presidente norteamericano propuso a la Unión Soviética una serie de medidas de segundo orden para aumentar la confianza entre las superpotencias, reiteró el firme compromiso de su país con Europa y realizó un canto a la unidad y fortaleza del viejo continente.

La intervención del presidente había sido cuidadosamente preparada por sus asesores para intentar contrarrestar la pérdida de imagen que el primer mandatario estadounidense ha sufrido en las últimas semanas. Reagan hizo mención, algo poco habitual en sus discursos, a grandes escritores, científicos o políticos europeos, desde la alemana (socialdemócrata) Harmah Arendt a Goethe, pasando por Victor Hugo o Louis Pasteur. Sin embargo, y pese a que en el Parlamento Europeo están representadas todas las fuerzas políticas, el presidente se dirigió sólo "a los partidos políticos libres, que han contribuido al éxito de la posguerra: liberales, democristianos, socialdemócratas, laboristas y conservadores", excluyendo deliberadamente a los socialistas y comunistas, lo que provocó abucheos.

Ronald Reagan hizo un canto a una "Europa gloriosa" que se levantó de las ruinas y que fue capaz de resistir a los cantos de sirena de los nuevos tiranos". El presidente rindió homenaje a la reconciliación europea, "de la que este Parlamento es la mejor prueba", y señaló que Estados Unidos ha sido y sigue siendo partidario de una Europa unida, "que sería un socio y no un rival". "La unión europea sigue siendo para nosotros los americanos", insistió, "una fuerza esencial al servicio de la historia". Reagan expresó también su satisfacción por la ampliación de la CEE con la entrada de España y de Portugal, "dos países que con su sola presencia refuerzan el continente".

"Los occidentales", prosiguió Reagan, "debemos mostrarnos agradecidos por los bienes de que disfrutamos: paz, prosperidad y libertad. Nuestra misión es salvaguardarlos para nuestros descendientes frente a una Unión Soviética cada día más poderosa". El presidente norteamericano afirmó que una de las lecciones de la II Guerra Mundial es que "una política de paz a cualquier precio alimenta la agresión".

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Según Reagan, a partir de los años setenta Estados Unidos perdió la supremacía nuclear y la URSS se lanzó a una política de expansión. "Constatamos hoy día que Moscú continúa atizando conflictos regionales, como el de Centroamérica, para sacar su propio provecho". El presidente explicó que, sin embargo, Estados Unidos no pretende recuperar la supremacía militar sino restablecer el equilibrio, a diferencia de la URSS, que "ha optado por poner a punto fuerzas nucleares que están claramente destinadas a ser utilizadas en un primer ataque".

"Actualmente", prosiguió Reagan, "la URSS va a proceder al despliegue de los nuevos misiles móviles de cabezas múltiples, utilizables para un primer ataque y capaces de evitar la detección, el seguimiento y la verificación prevista por los acuerdos de control de armas". El presidente razonó que, en ese contexto, a EE UU se le plantean tres alternativas: pedir a los soviéticos que se moderen, cosa que se hace en Ginebra, competir con su esfuerzo de rearme o desarrollar medios defensivos contra sus armas. Reagan insistió en el efecto positivo de la Iniciativa de Defensa Estratégica, o guerra de las galaxias de cara a esa tercera posibilidad, que presentó como su favorita.

Propuestas a la URSS

Reagan, en su discurso, se dirigió a Moscú para que acepte una cooperación fructífera y mantenga una actitud más moderada en el Tercer Mundo. Tal y como se había anunciado, el presidente propuso que se organicen contactos habituales y una línea permanente de comunicación entre altos militares de los dos países, el envío mutuo de observadores a las maniobras militares y, finalmente, la posibilidad de discutir un tratado de no recurso a la fuerza, siempre y cuando la URSS acepte medidas concretas de confianza y verificación.

Reagan señaló que no pretende imponer su concepto del mundo a nadie, pero recordó que la competencia ideológica entre los dos grandes bloques continuará en el futuro: "Los occidentales debemos decidir si vamos a movilizar nuestras ideas y recursos para rivalizar con Moscú en el Tercer Mundo".

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