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El Gobierno marroquí presenta al Parlamento su programa para liberalizar la economía

El Gabinete marroquí nombrado el pasado 10 de abril por el rey Hassan II presenta a partir de hoy al Parlamento su programa de gobierno, que confirma la ya anunciada liberalización de la economía marroquí. La mayoría de los partidos políticos han rechazado ese programa y, como consecuencia de ello, no quisieron participar en el Gobierno.

La presentación del programa gubernamental ante la Cámara no implica un debate sobre el mismo, y la única obligación que la Constitución marroquí, en su artículo 59, impone al ejecutivo es simplemente la de informar de la política que se propone aplicar, sin fijar, ni siquiera, un plazo para el cumplimiento de esta obligación.

Por primera vez en la breve historia parlamentaria marroquí la oposición dispone de 137 escaños sobre 306, lo cual le ofrece, en teoría, la posibilidad de depositar mociones de censura al Gobierno, que necesitan la firma de solamente 77 diputados. No podrán, sin embargo, hacerlas prosperar, ya que para ello se necesitan 154 votos.

De todas maneras, y como ocurre con la democracia marroquí en general, se trata de un puro problema semántico, ya que hablar de oposición en Marruecos es transportar la realidad marroquí a unos conceptos con los cuales no tiene ninguna correspondencia.

Oposición

En realidad, los socialistas marroquíes son los únicos que, al parecer, se encuentran en la oposición por verdadera voluntad propia. El Istiqlal, que afirma que va a ejercer una oposición constructiva, no forma parte del Gobierno porque el rey, según se cree, consideró excesiva la exigencia del partido de que le fuesen atribuidas ocho carteras importantes. El Movimiento Popular, esencialmente beréber, no participa en el Gobierno por una discrepancia entre el rey Hassan II y el jefe del partido, Mumahyubi Ahardan, quien insistía en estar él mismo o su hijo en el Gabinete.Tanto istiqlalíes importantes como afiliados del Movimiento Popular se disociaron además de sus respectivos partidos para poder seguir en el Gobierno.

Marruecos debe hacer frente a serios problemas económicos, agravados por una deuda exterior que se eleva a 13.000 millones de dólares, a la incertidumbre que despierta la nueva política económica en un país en donde el Estado es en más de un 60% de la economía el principal empleador; a la cosecha de este año, que, debido al retraso de la pluviometría, se perderá en un 25%, y, sobre todo, a una situación interna en que la inmensa mayoría del pueblo ha perdido la esperanza de ver mejorada su suerte. Además, la Administración se ve privada de incentivo porque las promociones y los ascensos no son el resultado de la capacidad personal.

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