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La aproximación de EE UU a Argelia equilibra la política de Washington en el Magreb

El viaje americano del presidente argelino Chadli Benyedid concluye hoy con un mensaje muy claro de parte del Gobierno norteamericano. Estados Unidos desea mantener relaciones de cooperación en todos los campos con los dos grandes contendientes del Magreb, Argelia y Marruecos. La cordialidad con que Washington afirma querer tratar con ambos regímenes magrebíes no implica derogación de los lazos que Estados Unidos mantiene con el otro, según explicaron portavoces autorizados de la Casa Blanca.

El viaje de Benyedid a Washington inaugura pues una nueva era de las relaciones de Estados Unidos con los países de la región, y los acuerdos de cooperación agrícola, comercial, cultural, y de suministros militares y de material de alta tecnología, recién firmados demuestran que el Magreb en su conjunto ha dejado de ser una región de interés exclusivamente militar para Estados Unidos, que ahora se lanza también a la competencia técnico-científica, económica y comercial con el socio más solvente de la región.Los marroquíes más optimistas creen que estas nuevas relaciones con Washington separarán a Argelia de los no alineados y de los radicales árabes, mientras que los argelinos más optimistas creen que distanciará a Estados Unidos de Marruecos.

Esta nueva actitud norteamericana hacia los países del norte de África tiene un antecedente en la política global hacia el Magreb que el Gobierno socialista español proclamó en 1983 y que sólo pudo comenzar a poner en práctica después del viaje del presidente Felipe González a Argel, en marzo de este año.

Esa postura, explicada a Chadli Benyedid por Ronald Reagan y el secretario de Estado, George Shultz, sugiere, al igual que en el caso de España, el deseo de cooperar y comerciar con ambos países en beneficio mutuo, sin tener que optar por uno de los dos en el conflicto que les enfrenta sobre el Sáhara occidental.

El conflicto del Sáhara ha trascendido hace años a una diferente concepción de Argel y Marruecos sobre cómo hacer respetar el derecho de los saharauis a la determinación verdadera, después de concluida la etapa de dominación española del territorio, y se ha convertido en una auténtica confrontación argelino-marroquí.

Africa entera se ve dividida por ese motivo, hasta tal punto de que varios países han propuesto la creación de una OUA negra, para que los árabes resuelvan sus litigios en la Liga Árabe.

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De acuerdo con los portavoces oficiales de la Casa Blanca, Washington no tiene "ninguna intención de mediar en el conflicto del Sáhara, no cree factible la solución militar, entiende que una solución justa exige que las poblaciones expresen sus aspiraciones por cualquier medio, y cree que son las partes de la región las que deben llegar a una solución entre sí".

Al igual que tras el voto español de la resolución sobre el Sáhara, adoptado por la cuarta comisión de la ONU el año pasado, se llegó a pedir "darle una réplica contundente a España", los medios oficialistas de Rabat apenas han informado de esta visita de Benyedid a EE UU.

Para los socialistas marroquíes, la visita "inaugura una orientación de Argelia hacía Occidente"; para los comunistas, "se ha ocultado a la opinión pública internacional el verdadero contenido de las conversaciones", y para los nacionalistas istiqlalíes, se ha tratado de "armas, dólares, y arena".

Lo cierto es que la mayoría de los diarios de Rabat ignoró la postura norteamericana sobre el Sáhara, mientras que, el mismo día que Reagan recibía a Benyedid, el rey Hassan II convocaba por separado a los embajadores de EE UU y de la URSS.

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