Desacuerdo entre civiles y militares para formar nuevo Gobierno en Sudán
Militares y civiles sudaneses mostraron ayer en Jartúm sus desavenencias en las conversaciones orientadas a la composición de un nuevo Gobierno en Sudán. Los políticos civiles no consiguen convencer de sus criterios a los militares respecto al tema de quién integrará el futuro Gabinete. Un portavoz militar informó ayer que los civiles consultados habían pedido más tiempo para debatir la futura composición del Gobierno sudanés. Las conversaciones fueron anuladas por razones desconocidas. Los civiles acarician la idea de formar un Gabinete pluralista, mayoritariamente civil, de 16 miembros, en el que quedarían para los militares las carteras de Defensa e Interior. Este Gabinete deberá incluir tres ministros procedentes del Sur del país, donde influyentes grupos rebeldes han combatido a las tropas gubernamentales durante los últimos años.
Cuatro puestos del Gabinete deberán ir a parar a los partidos políticos tradicionales, como el de la Ummah, la Unión Democrática, los comunistas, los baasistas, partidos socialistas islámicos y los Hermanos Musulmanes, según exigen los civiles. Pero los militares en el poder quieren ver excluidos de la lista a los representantes comunistas, motivo éste que determina el lento ritmo de las negociaciones civico-militares.
Ayer se supo que para la jefatura del Gobierno compiten el presidente del Colegio de Abogados, Mirghani al Nasri, y el jefe de la Unión de Doctores, Gazuli Al Daza Allah, según informó el líder del partido de la Urnmah, Sadek Al Mahdi.
Según fuentes diplomáticas, se discute la formación de un Gobierno "administrativo", que regirá los destinos del país durante un año antes de llamar a elecciones.
Al mismo tiempo, se descarta la eventualidad de que las autoridades egipcias accedan a aplicar la extradición al ex presidente Yaafar el Numeiri, asilado en El Cairo, donde se hallaba en tránsito hacia su país, procedente de Estados Unidos, cuando fue derrocado el pasado 6 de abril en un golpe incruento protagonizado por su propio ministro de Defensa, Abderrahman Sewaradahab. La estancia de Numeiri en El Cairo puede envenenar, sin embargo, las relaciones egipcio-sudanesas.
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