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Reportaje:

Legnago, ofendida, prepara el desagravio a Salieri

La ciudad donde nació el músico italiano combate con picaresca y homenajes la 'ofensa' de Milos Forman en 'Amadeus'

Legnago es una próspera ciudad del norte de Italia, poco acostumbrada al turismo y a que se hable de ella, como no sea para recordar su rico pasado histórico. Pero desde el estreno en Italia de la película Amadeus, de Milos Forman, ha cobrado un nuevo interés: los leñagueses han iniciado una serie de acciones para desagraviar a su conciudadano el compositor Antonio Salieri, acusado tradicionalmente de haber envenenado a Mozart. El hecho ha llegado a interesar a varias cadenas de televisión extranjeras y ha desencadenado en la ciudad una divertida picaresca, que aprovecha la inesperada publicidad.

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Para cualquier italiano medio que haya padecido las inclemencias de los libros de historia escolares, el nombre de Legnago se asociaba automáticamente, hasta hace poco, a cuadrilátero defensivo: no hay en efecto quien ignore en ese país que, durante la primera guerra de Independencia, en 1848, el mariscal austríaco Radetzky se replegó con sus tropas en la zona comprendida entre las fortalezas de Verona, Peschiera, Mantova y la propia Legnago, para esperar los refuerzos que le permitirían infligir al rey piamontés Carlos Alberto la trágica derrota de Custoza. Hoy, sin embargo, de Legnago se habla en Italia por otros motivos: la pequeña ciudad del Veneto, situada en una rica zona agrícola, fue la patria chica de Antonio Salieri, el malo de la supergalardonada película Amadeus. Y los leñagueses, que tuvieron ocasión de ver la obra en estreno nacional a finales de febrero, se sienten ofendidos por lo que consideran un trato denigratorio hacia su ilustre conciudadano.La verdad es que bien pocas cosas recuerdan en Legnago al compositor: un destartalado teatro, una corta calle, un hotel y una escuela de música llevan su nombre. En el museo local hay unos cuantos retratos, una medalla, una página de una partitura y el marco de piedra de su casa natal, rescatado de una demolición segura. Luego, junto a los recuerdos históricos, la sagaz picaresca actual: la pastelería principal de la ciudad vende, según anuncia un cartel en el escaparate, "los auténticos capezzoli di Venere", aquellos dulces que Salieri, en la película, ofrece a la hambrienta Constanza Weber de Mozart. "Han registrado el nombre recientemente", asegura un camarero leñagués, divertido, más que ofendido, por el caso Salieri. "La verdad es que nadie se acordaba ya de Salieri antes de que pasaran la película, excepto algunos estudiosos de aquí y el párroco. Vaya a verle, que él le podrá decir muchas cosas", añade, no sin antes dejar caer que, en cualquier caso, Mozart fue un dissoluto, un dissoluto punito (libertino castigado), como su propio Don Giovanni.

"Fanatismo"

El párroco, sin embargo, estaba muy ocupado en sus tareas de Semana Santa: una larga cola, en la catedral, espera para confesarse con él, por lo que parece más conveniente ir con la música a otra parte, precisamente al museo Fioroni donde se conservan los recuerdos citados. Naturalmente el museo está cerrado, según la inveterada costumbre italiana de cerrar en días festivos los lugares que pueden visitarse especialmente en días festivos. Pero hay una regla de oro que todo turista debe conocer cuando viaje por Italia: no desanimarse nunca ante una puerta cerrada y procurar dar con el conserje, factótum auténtico de cualquier visita que se precie.

"Está bien, pase usted, pero nada de fotografías. Hace unos días estuvo aquí una cadena de televisión norteamericana y yo luego no querría tener problemas", suelta de entrada el cicerone, sin aclarar qué tipo de problemas. "He visto la película", comenta en el rincón del museo dedicado a Salieri. "A mí me gustó, aunque poco tenga que ver con la realidad. No es verdad que Salieri murió en un manicomio ni que envenenó a Mozart. Probablemente existió una lógica envidia, pero nada más. En Legnago se ha desencadenado ahora un fanatismo fuera de lugar: hay gente que ha ido a ver al alcalde para proponerle que la ciudad se llame Legnago-Salieri, cosa a mi juicio fuera de lugar, porque de esta forma se traicionaría su pertenencia histórica al cuadrilátero. Sí estaría de acuerdo, en cambio, en que los restos de Salieri se trajeran aquí. Para mí sería un acto de amor, aunque fuera a tantos años de distancia. Claro que hubiera sido mejor pensar en ello antes". Más cauto a este respecto se muestra el alcalde socialista de Legnago, Gianfranco Buoso: "La vuelta de Salieri a su ciudad natal es algo de lo que hemos hablado mucho durante estos días. Incluso hemos encontrado una institución que estaría dispuesta a financiar el traslado. Pero hay opiniones contrapuestas: algunos opinan que si vivió y se realizó como artista en Viena es justo que descanse allá. Otros, más románticos, piensan que si tenemos un conciudadano ilustre lo bonito sería que estuviera entre nosotros. Sinceramente, yo no creo que sea viable, aunque me gustaría que lo fuera".

La decepción y el silencio, según el alcalde, fueron las reacciones de los leñagueses tras haber visto el Amadeus, de Forman: esperaban que una película hecha en los años ochenta deshiciera de una vez por todas la calumnia que ha afectado al compositor y, sin embargo, no ha sido así. Ahora los leñagueses se preparan para una gran recuperación de la figura de Salieri, un desagravio colectivo en el que hasta ahora nadie había pensado. El día 7 de mayo, con motivo del 160 aniversario de su muerte, la orquesta y coros de la Arena de Verona interpretarán en la catedral su Misa de Requiem. Para la ocasión está prevista también la presentación del libro Antonio Salieri: hechos y documentos, que ha realizado Rudolf Augermüller, director del Mozarteum de Salzburg, en colaboración con el Ayuntamiento de Legnago.

Debate sobre la obra

Por su parte, el concejal de Cultura -que hace poco declaraba a un semanario: "No fue Salieri quien mató a Mozart, sino Forman que ha matado a Salieri"- no descarta aún la posibilidad de realizar en el teatro Salieri un debate entre los actores F. Murray Abraham (Salieri), Tom Hulce (Mozart) y el propio Milos Forman.

Para el día 19 de junio esperan a la Orquesta Filarmónica de La Scala, precisamente para recordar que el gran teatro milanés se inauguró en 1778 con una ópera de Salieri, L'Europa riconosciuta. Varias cadenas de televisión extranjeras han manifestado ya su interés para retransmitir estos actos, que, de nuevo según el alcalde, no son más que el comienzo para organizar cada año un Festival Salieri que permita escuchar su olvidada producción. "En su día propuse también", añade Buoso, "erigir una estatua a Salieri justo delante del teatro que lleva su nombre. La cabeza de Mozart debería aparecer aplastada por el pie del insigne leñagués. No fue más que una salida extemporánca, una provocación: la publicidad ha de ayudarnos también para que el clima de euforia creado por la película nos permita crear estructuras que luego permanezcan a fin de que la vida y la obra de Salieri no vuelvan a caer en el olvido". Pese al riesgo de sumir a la población en una salieritis aguda, está claro que el alcalde no pierde el buon senso, el sentido común tan propio de la llanura del Po.

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