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El golpe sudanés abre esperanzas de acuerdo con los rebeldes del sur

El derrocamiento del presidente sudanés Yaafar Mohamed el Numeiri, principal condición puesta por los rebeldes del Sur para reanudar el diálogo con el poder central, puede abrir la vía de negociaciones de paz entre Jartum y la guerrilla del Ejército Popular de Liberación de Sudán (ELPS), que, desde principios de 1984, se enfrentan en las tres provincias animistas y cristianas de Sudán meridional.Aunque el Ejército de Liberación Popular de Sudán acogió con reservas el anuncio del golpe de Estado militar en Jartum, donde el nuevo hombre fuerte, el general Abderrahman Sewaradahab, se ha abstenido de desvelar sus intenciones con vistas a la sublevación, un precario alto el fuego no proclamado se ha instaurado desde el sábado en el sur del país.

La carrera del general que ha tomado el poder, Abderrahman Sewar ad Dahab, encargado de la lucha antiguerrillera a partir de finales del año pasado, no le predispone, en principio, a entablar el diálogo con el coronel cristiano John Garang, que dirige a los 10.000 hombres del Ejército de Liberación Popular de Sudán, un movimiento armado de inspiración marxista.

Pero el máximo dirigente libio, Muammar el Gaddafi, cuyo régimen es, junto con Etiopía, el principal apoyo externo del grupo guerrillero, ha pedido públicamente a Garang que "sume sus fuerzas a la revolución popular que estalló el sábado en Sudán". La rebelión aletargada fue reactivada hace año y medio por las torpezas de Numeiri al instaurar la ley islámica, hiriendo así la susceptibilidad de los cristianos negros del Sur, y anunciando una división arbitraria de Sudán meridional en tres provincias que violaba, en opinión de sus habitantes, los acuerdos de Addis Abeba de 1972, que consagraron la autonomía de esa región unificada y pusieron fin a 17 años de contienda civil.

Gestos apaciguadores

Los gestos apaciguadores que hizo el presidente depuesto en los tres últimos meses de su mandato -proclamación de un alto el fuego unilateral y ofrecimiento a Garang de una vicepresidencia de la República- no consiguieron flexibilizar la actitud de un movimiento armado que preconiza "el socialismo, la autonomía y la libertad de religión", y que seguía exigiendo la renuncia de Numeiri para cesar las hostilidades.A falta de poder vencer militarmente a la guerrilla, instaurar una tregua duradera es vital para la consolidación a largo plazo del nuevo régimen castrense, porque, además de empantanar al Ejército regular en el sur del país, el Ejército de Liberación Popular de Sudán ha logrado paralizar los tres principales proyectos industriales de la nación, cuya terminación supondría un alivio para la maltrecha economía sudanesa.

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