Antropólogos mexicanos descubren en Oaxaca una ciudad precolonial
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Una ciudad precolonial de considerables dimensiones, que permaneció durante siglos escondida bajo la maleza de la selva oaxaquena, ha sido descubierta por antropólogos mexicanos.
El hallazgo se produjo en el curso de unos trabajos de explotación de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en la todavía bastante desconocida costa pacífica del Estado de Oaxaca (sur de México), donde se suponía que están situadas zonas arqueológicas aún por explotar.
En cooperación con el Fondo Nacional para el Turismo y la Dirección de Promoción Turística del Gobierno del Estado, los trabajos comenzaron hace seis semanas y pronto arrojaron el resultado de decenas de supuestos sitios, arqueológicos completamente cubiertos por la vegetación.
En una zona denominada Huatulco fueron registradas hasta más de 84 grandes manchas aglutinadas en un área delimitada a lo largo de la costa y que se supone esconden los restos de una gran urbe prehistórica cuya existencia era por completo desconocida.
Los montículos cubiertos con vegetación sólo pudieron ser localizados mediante fotografías aéreas, que posteriormente fueron analizadas en la Ciudad de México por los arqueólogos Enrique Fernández y Marcus Wilter. Un primer informe preliminar dictaminé que las grandes manchas albergan edificios, cuya pertenencia cultural y antigüedad aún no han podido ser establecidas.
Las civilizaciones mixteca, nahualt y chatina confluyeron a lo largo de la historia en esa zona de la costa, situada a unos 200 kilómetros de la ciudad de Oaxaca. Aunque no se ha determinado la extensión de la zona urbana de la misteriosa ciudad, las primeras estimaciones creen que es mayor que la de los restantes sitios arqueológicos de México.
