Egipto y la ley de Dios
El Parlamento decidirá en mayo si da vía libre a la islamización que exigen los integristas
Se les ve durante la oración del viernes al fondo de las mezquitas de los barrios populares de Shubra, Zeinab o Kubeh, vestidos con una larga túnica blanca y un turbante del mismo color, como el de los primeros adeptos del islam, y con las mandíbulas tapadas por una barba corta que deja los carrillos al descubierto.Esperan pacientemente el final del oficio para desplegar a veces pancartas en las que se puede leer que "no hay alternativa a la ley de Dios", y toman frecuentemente la palabra para exigir su aplicación inmediata, al tiempo que acusan al ministro del Interior Ahmed Rochdi, y al presidente del Parlamento, Rifaat el Mahgub, de entorpecer la introducción de la sharia (ley islámica).
Hace dos y tres años, muchos de estos jóvenes estaban aún en carcelados -12.000 extremistas fueron detenidos en los meses posteriores al asesinato del presidente Anuar el Sadat-, pero ahora reivindican públicamente que sus maestros, los predicadores integristas, sean de nuevo autorizados a arengar a la muchedumbre en los templos musulmanes.
Clemencia del tribunal
Envalentonados por la clemencia del tribunal de excepción, que hace seis meses no pronunció en el juicio de los 302 integristas de Al Jihad ninguna de las 299 penas de muerte requeridas por el fiscal, y encrespados por la reciente puesta en libertad del papa Chenuda III, los jóvenes rigoristas atacan ahora en sus pláticas al jefe sectario de la iglesia copta.
Ni siquiera sale bien librado de sus sermones su antiguo líder, Oman Telmessani, el octogenario dirigente de los Hermanos Musulmanes, culpable de anuencia por haber abrazado al patriarca de Alejandría para felicitarle por su rehabilitación mientras el guía espiritual de los integristas, el jeque ciego Oman Abdel Rahman, sigue sin poder hacer uso de la palabra en público.
Pero acaso su principal demostración de fuerza haya sido, en diciembre, su capacidad de movilización de los estudiantes de Al Azhar, la milenaria universidad cairota de teología islámica, tras la muerte de uno de ellos en un accidente en el que resultó involucrado un vehículo policial.
Tras cuatro días de enfrentamientos entre el alumnado y las brigadas antidisturbios, éstas tomaron a la fuerza el recinto universitario, donde operaron más de 300 detenciones antes de que el ministro del Interior cerrase el centro de enseñanza superior por un plazo de dos semanas.
Bajo su presión, los jueces han empezado a aplicar la ley islámica por su cuenta, denegando, por ejemplo, en sus sentencias de los últimos 12 meses, el divorcio a las esposas cuyos maridos se casan en segundas nupcias.
Un proyecto de ley redactado por una comisión parlamentaria y pendiente de aprobación por la Asamblea del Pueblo prevé justamente "dejar de prohibir lo que Dios ha autorizado" (poligamia), afirma un diputado integrista, al que el sociólogo Zaki Naguíb Mahinud contestó denunciando la tendencia reaccionaria que implica "una vuelta a los harenes".
En otro veredicto impregnado de doctrina islámica, el tribunal civil cairota sostenía que: el abofeteamiento de la mujer "tampoco puede ser causa de divorcio, porque el islam autoriza al esposo a pegar sin exceso a su cónyuge si ésta se desvía del buen camino".
Desviarse del buen camino puede consistir, por ejemplo, para una mujer musulmana, en contraer matrimonio con un cristiano que no esté dispuesto a convertirse al islam. Pero en este caso no es la esposa, sino el hombre, quien será sancionado, y el parlamentario copto Hanna Naruz asegura que "hay gentes de mi confesión condenadas a cinco años de cárcel por este motivo".
Ésta es una de las razones, no la principal, de la lenta pero constante emigración de los cristianos fuera del país, y el diputado de Heliópolis enumera ante su interlocutor los lugares de EE UU, Canadá y Australia donde se están construyendo nuevas iglesias coptas.
Por si cupiese la menor duda sobre la sumisión debida por la mujer a su esposo, el jeque Abdellatif Hamza, asesor oficial de los musulmanes egipcios para la aplicación de la sharia en la vida cotidiana, aconsejaba al sexo débil que se vistiese con ropa amplia y larga de la que sólo sobresaliesen sus manos y su rostro, que no debían maquillarse antes de aparecer en público, "porque sólo debe embellecerse para el placer de su marido".
Para evitarles incumplir sus recomendaciones al tener que pintarse por obligación profesional, el mufti aconsejó a las presentadoras de la televisión egipcia que renunciasen a un oficio tan inadecuado para las mujeres como los de abogada o periodista, y si las consideró aptas para ejercer la medicina era sólo a condición de que las doctoras no auscultaran a sus pacientes vecinos.
El encarcelamiento de un adolescente de Alejandría por besar a su novia en un automóvil aparcado es otra ilustración de la creciente islamización de la sociedad egipcia, puesta también de relieve en esa misma ciudad por la inaudita decisión de su Ayuntamiento renunciando a erigir en la entrada del puerto una estatua de la diosa Isis desnuda, "para no ofender a sus administrados". La divinidad ha sido, por tanto, expuesta... tumbada de tal forma que su cuerpo apenas puede ser visto por los transeúntes.
En las líneas aéreas egipcias, Egyptair, las azafatas han dejado de servir alcohol, y el mes pasado, el ministro de Agricultura, Yusef Walid, salió al paso de los rumores sobre el cese de la producción vinícola de Gianaclis, que, a pesar de su dudosa calidad, supondrá este año para las urnas del Estado unos ingresos de 100 millones de dólares (alrededor de 17.500.000 pesetas), importe de las exportaciones de vino egipcio a la URSS.
Parlamentarios integristas
A diferencia de los tiempos de Sadat, la corriente islámica radical dispone ahora de varios apoyos no sólo en el seno de la jerarquía religiosa, sino dentro de las mismas instituciones de la República, como la Asamblea del Pueblo, donde por primera vez está representada por ocho turbulentos diputados sobre un total de 458 escaños.
Elegidos gracias a una sorprendente alianza electoral contra natura concluida hace un año entre el partido conservador Neo Wafd y los Hermanos Musulmanes, a los que Mubarak acusó de "querer hacer retroceder la rueda de la historia", los mandatarios integristas no tardaron en disputar con sus correligionarios laicos.
Aunque hasta el momento uno solo de los miembros fundamentalistas del grupo parlamentario del Neo Wafd, el jeque Salh Abu Ismail, lo ha abandonado para protestar por su escaso entusiasmo ante la sharia, los dirigentes tradicionales de la formación derechista se quejan de que el núcleo integrista "retrasa la discusión de todos los problemas, a excepción de los que están relacionados con la puesta en práctica de la ley islámica".
Para conseguir justamente las aplicaciones de esta ley, los seguidores de Abu Ismail han recogido más de 100 firmas de parlamentarios con vistas a la organización en mayo de una sesión extraordinaria para debatir una cuestión que consíderan apremiante, a pesar de que la Constitución egipcia reconoce desde 1980 que la sharia es "la principal fuente del derecho".
Frente a esta ofensiva islámica, "el poder", comentaba un diplomático europeo acreditado en El Cairo, "se defiende como puede", y Mubarak ha reiterado en sus últimas entrevistas que la legislación egipcia coincidía con el islam "en un 99%", dando así a entender que las eventuales modificaciones serían mínimas, y para limitar su alcance cuenta con la mayoría parlamentaria del partido nacional demócrata.
Más reticente aun que el rais ante los castigos corporales que conlleva la sharia, el presidente de la Asamblea del Pueblo, Rifaat el Mahgub, se preguntaba en unas declaraciones a un diario cairota en lengua francesa si los criminales a los que habría que aplicar la pena tenían sus necesidades materiales cubiertas.
Convencidos de que Mubarak es "nuestra mejor protección", según palabras del diputado copto Hanna Naruk, la ola islámica no parece preocupar todavía excesivamente a los cristianos de Egipto, porque "nuestras leyes están ya empapadas de sharia, y su consagración como única fuente del derecho no cambiará nuestra suerte", precisa el abogado del papa Chenuda III.
Tensión confesional
"Mubarak", afirma Milad Hanna, otro diputado copto, "cederá acaso sobre cuestiones secundarias, pero mientras permanezca en el poder no habrá sanciones físicas", aunque no excluye que otras dos reivindicaciones integristas -la prohibición de consumir alcohol y la percepción de intereses bancarios- acaben formando parte de la legislación.
Pero ¿significará la sharia una reactivación de la tensión confesional, apaciguada desde los disturbios que caracterizaron el último año de la vida de Sadat? El secretario de Estado para Asuntos Exteriores, Butros Ghali, uno de los dos miembros coptos del Gabinete, lo descarta por completo, recalcando que, "en contra de otros países árabes, como Líbano, donde ambas comunidades no se mezclan, musulmanes y cristianos viven en Egipto compenetrados y se relacionan y conocen demasiado bien para que surjan entre ellos nuevos brotes de violencia".
A la misma pregunta, Milad Hanna contesta también con un no, pero matiza a renglón seguido: "A condición de que subsista en el país un poder fuerte", lo que requiere, según el ex dirigente del reagrupamiento progresista unionista (marxista-nasserista), que el presidente "mantenga la ley marcial", en vigor desde su acceso al poder, "para impedir justamente enfrentamientos confesionales".
Los castigos corporales, con sus consiguientes latigazos o amputaciones de miembros de los culpables, parecen ser para el poder y la minoría cristiana el único aspecto absolutamente inaceptable de la islamización, y Hanna, uno de los 10 parlamentarios nombrados personalmente por el rais, no duda en vaticínar que, si es imprescindible, "los coptos lucharán para evitar que se transgreda esa línea roja".
"No libraremos solos esa batalla", añade en un alarde de optimismo, "porque la izquierda y las mujeres saldrán de su letargo para pelear a nuestro lado". "Las experiencias de Arabia Saudí, y menos aún de Sudán", concluye, "no son exportables a Egipto".
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